lunes, 22 de diciembre de 2008

La muerte de un flogger

Ayer asesinaron a un flogger. Un grupo de adolescentes lo agarró a la salida de un boliche en Las Tapias, una localidad de Traslasierra, y le pegó hasta dejarlo inconsciente. Las notas policiales informan que murió un rato después.

Supongo que era la noticia que le faltaba al universo flogger en este 2008: un final trágico. A lo largo de este año he visto y escuchado muchas cosas alrededor del tema. He visto debates televisivos vergonzosos en torno a estas nuevas "tribus urbanas", donde –de Chiche Gelblung a Mex Urtizberea– se intentaba poner en ridículo a los floggers que ellos mismos invitaban al piso, una intención que más bien demostraba la ignorancia de los conductores acerca de las conductas de la juventud.

“Haga patria, mate a un flogger” es la máxima de moda entre los que están en contra de estos chicos. O su eufemismo progre: “Haga patria, despeine a un flogger”, que intenta desacreditar a los adolescentes con argumentos políticamente correctos, del tipo “son chicos que no tienen ideología”, como si a los 15 años todos hubiéramos tenido un norte claro. Ni siquiera el humor logra esconder ese fascismo tácito.

El hecho de ayer presenta un link inevitable con el asesinato de Marcos Spedale, al que mataron en 2005 de una forma bastante similar en pleno Cerro de las Rosas. Entonces nadie hablaba de floggers, sino que la tribu mediática eran los rugbiers, acaso su opuesto perfecto. Pero la muerte, se sabe, es lo que nos hace iguales a todos.

Fuera por curiosidad o a raíz de coberturas periodísticas, durante este año he tenido la oportunidad de charlar con algunos floggers de Córdoba. Y si algo he aprendido acerca de ellos es que están alejados de cualquier clase de violencia, lo cual, en estos tiempos, ya podríamos empezar a considerarlo una virtud.

Algunos meses atrás, Cumbio estuvo de visita por la ciudad para participar de una fiesta flogger. En aquella oportunidad la entrevistamos junto a Mara, y el video de la nota suscitó la típica avalancha de opiniones. También estaba planeado que se publicara un reportaje más extenso para el diario, pero por cuestiones de agenda no pudo ver la luz. De todas maneras, creo que Cumbio dijo algunas cosas que a esta altura vale la pena repensar, por eso lo comparto.

Lo que tú sientes se llama obsesión

Cumbio, la flogger más conocida del país, habla de su popularidad, el futuro, su bisexualidad y su relación con los periodistas.

Cuando una pregunta la incomoda o no le interesa demasiado, Agustina fija la vista hacia abajo y juega con los auriculares que sostiene en una mano: es un movimiento leve de su muñeca, que hace que sus headphones color crema giren de tal manera que forman un remolino minúsculo. Mientras los hace girar, responde.

Agustina es Agustina Vivero, es decir Cumbio, una adolescente que con sus 17 años ya experimentó una rara forma de popularidad. Su figura se volvió pública, en primera instancia, a raíz de su fotolog, un sitio web personal donde se cuelgan fotografías. A través de esas imágenes, en las que ella publicaba sus autorretratos y fotos con sus amigos, se fue haciendo una cara conocida para los miles de jóvenes que también tienen su flog en Argentina. Se calcula que en nuestro país hay más de dos millones de fotologs registrados, y dentro de ese microuniverso son muchísimos los adolescentes que lo utilizan para postear fotos de ellos mismos en diferentes poses, haciendo caritas a la cámara, mostrando la ropa que se acaban de comprar o el novio o la novia que acaban de conseguir.

A Agustina se le ocurrió un día que estaría bueno organizar una juntada con todos esos nuevos amigos que conoció gracias a Internet, ya fuera por la vía del chat o de los flogs. Y no tan de a poco, esa idea fue creciendo.
–Cuando organicé la primera fiesta, al frente de mi casa, lo hice sólo para conocer gente. El flog no era tan público como es ahora –rememora Cumbio–. Cuando la convocatoria aumentó, nos mudamos al Abasto. Hicimos una matiné en dos lugares diferentes, llenamos dos boliches a la vez: América y Gótica.
Hace referencia a dos discotecas de Buenos Aires, dos fiestas simultáneas. Una proeza que desvela a más de un empresario de la noche, concebida por un grupo de chicos que no superan los 18. Cumbio se convirtió en la cara más visible de la movida flogger.

Producto de esas reuniones, cada vez más multitudinarias y sin publicidad más que el boca en boca de los fotologs, estos chicos comenzaron a llamar la atención. No sólo por el número creciente, sino también por su forma de vestir, que incluye pantalones chupines, peinados batidos, zapatillas de lona y remeras de colores fluorescentes: un combo colorinche parecido a un cuadro de escuela pop art. Un aspecto tan llamativo que inspira un neologismo (“flogger”) y suscita la atención, primero, de los otros miles de adolescentes que no son floggers. Segundo, de las marcas de ropa, siempre tan atentas a las nuevas tendencias. Pero a los que más les llama la atención esta movida es a los que pertenecen a otras “tribus urbanas”, que ven en los floggers todo aquello que no quieren ser: dicho a lo bruto, los floggers no tienen una ideología, no persiguen un ideal y se visten como maricas.

Entonces sobreviene la desgracia: como son vistos como pibes tan frívolos, tan diferentes, los chicos malos pertenecientes a otro palo quieren agarrarlos a trompadas. Y en esa bronca también la ligan los emo, otra de las genéricamente llamadas tribus urbanas, que son estigmatizados por peinarse de forma rara y mostrar demasiada sensibilidad. Los chicos malos, entonces, además de burlarse, razonan con una fórmula tan simple como cruel: sensible igual marica; ergo, hay que pegarles. Son esos enfrentamientos violentos los que, ahora sí, llaman la atención de los más grandes, que a duras penas le habían agarrado la mano al envío de mails y ahora deben lidiar con esas palabras que la televisión reproduce en boca de los floggers: flog, ahrre, effear, blackies.

Al margen de estos acontecimientos desgraciados y de la ola mediática en la que se vieron envueltos, los floggers siguieron en la suya; es decir, sacando fotos y juntándose en fiestas al ritmo de la música electrónica.

Si bien Córdoba nunca estuvo alejada de esta movida adolescente, en la segunda mitad del 2008 la tendencia se acrecentó. O tal vez sería más apropiado decir que se organizó, porque se creó una agencia local manejada por un joven emprendedor que tiene en sus filas a varios de los floggers más populares de Córdoba.

Aunque anteriormente ya hubo por estos lados algunos intentos de fiestas de fotologs –con resultados dispares–, ha sido esta agencia la que organizó la primera “fiesta oficial” en nuestra ciudad, el Flogger Day. Es un evento que se realiza en varios puntos del país y cuenta con el patrocinio de una importante marca de ropa para adolescentes.

En principio, esta matiné planeaba realizarse con la presencia de Coqui y Gazabril, dos chicos floggers muy populares de Argentina, pero a pocos días del evento –y gracias a la gestión de un empresario relacionado al ámbito del cuarteto– a estas dos visitas se le sumó Cumbio, esa chica que con apenas 17 años ya se sentó en el living de Susana Giménez y almorzó con Mirtha Legrand, la misma chica que está escribiendo un libro de reflexiones, la misma que ahora se pone a jugar con sus auriculares porque escucha una pregunta que le aburre un poco.

-¿Cómo te llevás con los periodistas? Da la impresión de que los floggers piensan que no entendemos nada sobre ustedes.
-No siempre, pero hay veces en que los periodistas vienen a hacernos notas sin estar informados. No saben qué es un flogger, pero ya traen una idea, algo nada que ver. Uno trata de explicarles, pero se quedan en su idea y siguen diciendo lo que ellos piensan.

-Comentaste que te gustaría estudiar periodismo.
-Sí, el año que viene por ahí empiezo. Quiero hacer radio o ser conductora de un programa de televisión. Me gusta un poco de todo, no hay un tipo de periodismo en particular que me atraiga ni tampoco el estilo de algún conductor.

-¿Te planteás algún límite a la hora de postear tus fotos?
-No, publico todo lo que quiero. No tengo nada que ocultar, yo no hago nada malo. Lo único es que hay que respetar las reglas de Fotolog.com. Una vez los administradores del sitio me desactivaron la cuenta por poner la foto de una amiga, que al tener mucha luz parecía que estaba desnuda. Pero después se dieron cuenta que nada que ver y lo reabrieron. Y hace unos días me lo hackearon. No me enteré quién fue, pero ya pude reabrirlo.

-¿Por qué esa bronca con vos? ¿A qué pensás que se debe?
-La gente es muy obsesiva. No hay un término medio: te odian con todo su corazón o te aman con todo su corazón. Y eso no está bueno, sería mejor que ignoren. Además, todas las páginas en contra mío que hay en Internet son anónimas. Todo lo que yo digo lo hago con mi cara y me lo banco. Hay gente que le preguntás por qué me odia y no sabe, ni me conoce.

-¿Qué es lo que más te molesta de esta exposición?
-Me molesta que jueguen con la vida de una persona como si fueran los dueños. Que puedan ver mis fotos y que yo les comente un poco de mi vida no significa que me conozcan completamente. Se dijo por ahí que me morí tres veces, que maté a no sé quién, que tengo una hermanastra cuando en realidad es mi ahijada... Nada que ver. Es un poco molesto, pero en el fondo me chupa un huevo.

La charla se desarrolla en plena siesta cordobesa, con un clima de lo más agradable y bajo un cielo que presagia una noche de una plenitud similar. Cumbio está sentada en un banco de plaza y viste una campera de colores variados: una instantánea que podría terminar en su flog. Curiosamente, la campera hace juego con el mechón azul de su pelo, y también con la notebook color rojo que lleva apoyada en su regazo. De a ratos, extrae un celular de su bolsillo y chequea si llegó algún SMS o si recibió una llamada.

-¿Podrías vivir sin estar conectada?
-Estoy acostumbrada a estar sin la compu, a la notebook la tengo hace poco. Con el celular sería más difícil, porque estoy hablando todo el tiempo con mi mamá y con Maru. Pero no es vital.

Maru es la novia de Cumbio. En este punto entra en juego la segunda instancia de su notoriedad pública: Agustina dijo en un programa de televisión que tenía novia y colgó fotos con ella en su fotolog. La declaración originó un debate interminable acerca de la bisexualidad y homosexualidad en los jóvenes, donde las múltiples voces no tardaron en hacerse escuchar.

-¿Cambió algo desde que te declaraste bisexual?
-Nunca me declaré nada. Conté que tengo una novia y que es la persona que me hace feliz, no tengo porqué ocultarlo, no le estoy haciendo mal a nadie.

-Ok, ¿pero creés que les diste confianza a otros chicos para que asumieran su inclinación sexual?
-Hay gente que me pide consejos sobre cómo decírselo a la familia, qué hacer en esa situación. Si la puedo aconsejar, lo hago, pero eso es tema de cada uno, no tiene que influir a otra persona. Mientras no moleste a nadie, uno tiene que elegir lo que lo hace feliz y el otro no tiene porqué opinar.

-¿Qué dicen tus papás?
-Con mis viejos todo bien.

Se calcula que para fin de año Editorial Planeta editará el libro de Cumbio. Serán capítulos cortos en los que ella ofrece su visión acerca de diferentes temas, como los floggers, la juventud, la sexualidad o Internet. Siempre partiendo de la base de experiencias propias. “Lo del libro es re loco, porque me va mal en Lengua”, reconoce Agustina y explica que para redactarlo contó con la ayuda del periodista Javier Sinay.

-Sin contar el libro, ¿cuál fue la propuesta más extraña que te han hecho?
-Un partido político me ofreció que me postule como diputada el año que viene, porque sacaban la cuenta y la mayoría que me conoce cumple 18 el año que viene, así que pensaban que me iban a votar. Y yo me la paso diciendo que no me interesa la política. Rechacé un montón de cosas que supuestamente eran para ayudar, pero me terminaban diciendo que era para beneficiar a un partido político y no es lo que estoy buscando, ni en pedo, no me interesa.

Tal vez haya que repetir la edad de Agustina para corroborar el delirio en la propuesta de algún funcionario oportunista: 17 años. Cursa el último año del secundario y tiene el aspecto de una chica como muchas otras de su edad, el pelo negro que le cubre las sienes, las puntas filosas y desflecadas. Como una Mafalda en versión animé.

-¿Y qué es lo que te interesaría hacer?
-Me gustaría que una marca me facilite, no sé... por ejemplo, papel higiénico y cajas de arroz, y los llevaría en un camión lleno de floggers a la gente que lo necesite. También estaría bueno repartir volantes sobre prevención sexual. Tanto que hablan de mi sexualidad, que está bien cuidada, sería mejor educar sobre prevención a los que realmente lo necesitan. Para muchas marcas es fácil prenderse con los desfiles de ropa, pero después para poner para otras cosas... Es más complicado.

4 comentarios:

Hernan dijo...

La verdad todo lo q esta en este blog es toda la posta

Ojala q paguen los q hicieron esto!



/hating_cumbia

Vayu dijo...

Osea, está totalmente comprobado que ese chico fue atacado por su cualidad de flogger? Lo digo, porque hay muchos casos de violencia donde chicos mueren por ataques de grupos. Y los motivos son varios. Pero bueno, no sé si conoces el caso de Sophie Lancaster. Si te interesa, leelo. En cuanto a tu articulo sobre los floggers, solo puedo verlo desde un costado. En cuanto a tener o no ideología con 15 años, creo que tiene más que ver con el hecho de que otras tribus, por más chicos que sean, tienen un grupo de ideas en los que creen. Por ejemplo los punks (más allá de sus subgeneros). Intereses. Preocupaciones. Como reacción a determinado contexto historico(hippies). O como una reacción que es más estetica que otra cosa. En fin, todas las tribus son incomprendidas.

José Heinz dijo...

María, respecto al ataque por la condición flogger, hay voces divididas al respecto. Por una parte, desde la fiscalía que lleva el caso se dijo que sí,ese fue el motor del crimen. Desde otro costado, algunos amigos de la víctima argumentaron que la bronca venía de un enfrentamiento que había tenido lugar anteriormente.

A lo que quiero llegar: ¿Hace falta justificar la cuestión de que los floggers sufren ataques de agresión por parte de otra gente a través de un asesinato? Creo que ese tema ya está comprobado, ¿no?
No tengo ningún interés en ponerme del lado de los floggers, sino que reconozcamos de una vez por todas que nuestra sociedad los detesta y no sabe bien porqué. O lo sabe, pero no se anima a decirlo. ¿Lo diferente a uno tiene que ser tan difícil de aceptar? ¿Que algo no nos guste nos da algún derecho a destruirlo? En una época se pensaba que sí. Y así nos fue.

Gracias por comentar.

héctor dijo...

murió por ser floger? murió por ser emo? ...punk? o lo que sea? parece que como humanos nos hemos mimetizado con tribalismos, géneros y subgéneros... gente, se trata de una vida más allá de sus afinidades y expresiones público-sociales, una vida que, como tantas otras, deberían estar pero ya no. Hay que sacudirse la modorra,ponerse de pie y empezar a revertir esta tragedia.