domingo, 8 de noviembre de 2009

Ella usó mi cabeza como un revolver

Muchos de los hombres de este mundo vamos a deberle algo a Marc Webb, director de 500 days of Summer, una vez que la película se termina y comienzan los créditos. Su favor a la raza masculina, nuestra deuda, es haber conseguido plasmar en el formato de comedia romántica, en una hora y media de hermosa filmación, una historia de amor honesta y agridulce como la vida misma, acerca de un chico que se asume sensible y una chica que se presume independiente. ¿Quién de nosotros –entendiendo el nosotros como una clase de hombre entre divertido y taciturno, que no reniega de su condición de loser– ha perdido la cabeza por una chica así? Una chica que comparte nuestras ideas más extravagantes y estúpidas, que se sabe las letras de nuestras canciones favoritas, que prefiere un lomito completo antes que un plato gourmet de setenta pesos… esa clase de chica. Quiero creer que somos –fuimos– muchos.

De un lado tenemos a Tom Hansen (Joseph Gordon-Levitt), que trabaja en una agencia de tarjetas de salutación del estilo Junot, donde redacta frases breves y obvias sobre cumpleaños, aniversarios o San Valentín. Estudió arquitectura, pero necesita bancarse el alquiler. Tom, fan del britpop, cree en eso de encontrar a la persona indicada, en el amor con forma de destino, aunque la frase suene tan trillada como las que escribe para parar la olla. Después está la bellísima Summer Finn (Zooey Deschanel), que llega a la ciudad de Tom (El ei, baby) para trabajar en la misma empresa. Al instante de conocerla, él capta que Summer tiene su costado copado, pese a que ella no cree mucho en eso del compromiso y –ay, de nuevo esa palabrita– el amor. Aun así, nuestro hombre sensible va a tratar de conquistarla. ¿Historia conocida? Claro que sí, tanto en el cine como en la realidad, pero abordada de una forma tan original y a la vez tan digna que no sentirse identificado equivaldría a sospechar que uno vivió toda su vida en un tupper o directamente es un robot.


Tom y Summer pegan onda, empiezan a salir y a partir de allí oscilan entre el “vamos despacio” –ella– y la entrega total –ya sabemos quién–. Y es sabido que un corazón pleno de felicidad, al igual que uno destrozado, afecta todas las aristas de nuestra vida. Eso es lo que le pasa a tipos como Tom: cuando está con Summer se le ocurren cosas increíbles, tiene un desempeño bárbaro en el laburo y contagia de alegría a la gente que tiene cerca. Pero cuando hay discusiones y alejamientos, bueno, sucede lo que sabemos todos: bajones, desmotivación absoluta y borracheras con bourbon. Así se va tejiendo la trama del filme, entre la expectativa y la desesperanza.

Con un cancionero que incluye a The Smiths y a los Pixies, primeros planos de los ojazos de Deschanel y esas secuencias de Los Angeles que nos persuaden de que es una de las mejores ciudades del mundo, 500 days of Summer es un inmejorable debut para Webb detrás de cámara. De nuevo: gracias, Marc. Gracias por hacernos ver que no estamos solos. Te debemos una.


No hay comentarios: