domingo, 9 de mayo de 2010

Como Wikipedia, pero más informal


Taringa! no para de crecer. En tiempos en que los sitios exitosos se tasan en cifras desorbitantes, la comunidad virtual más grande de Argentina, a la que miles y miles de usuarios recurren diariamente en busca de las más diversas temáticas, todavía conserva cierto romanticismo. “Siempre hay interés, pero no estamos interesados en venderlo”, repetirá Matías Botbol, uno de sus propietarios.

–¿Quiénes son los que más ofertan? ¿Empresas privadas, medios, partidos políticos? Es una plataforma muy poderosa.
–Hay de todo. Nosotros descartamos automáticamente cualquier posibilidad de un grupo que tenga intereses políticos. Taringa! es exitoso por ser un sitio independiente y plural. En el momento que venga alguien con la intención de bajar línea va a estropear todo el trabajo que hicimos.

–¿Cómo se mide el precio de un portal?
–Es algo muy difícil, no lo sabemos con certeza. Una empresa puede hacer una oferta puntual, pero hay muchas variables que influyen. Es diferente a comprar un kilo de naranjas.


–¿En qué momento se encuentra Taringa!?
–Hoy es una de las comunidades más grandes del mundo. Pero tenemos que seguir corrigiendo algunas cosas, todavía podemos mejorar. Todo el tiempo notamos la demanda por parte de los usuarios, solicitando nuevas cosas. La idea es que nunca se aburran.

–¿En la empresa utilizan Taringa! también como consumidores?
–Sí, todos los que trabajamos ahí lo usamos como cualquiera. Incluso a muchos de nuestros empleados los conocimos como usuarios.

–Hay un interés que va más allá de las descargas de música o películas.
–En relación a eso hay una especie de prejuicio. Algunos piensan que es un sitio de descargas, pero no hay archivos alojados, los posts son como puentes. En Taringa! hay todo tipo de información, desde cómo arreglar un sillón hasta recetas de cocina. Termina siendo como una Wikipedia, pero informal. Los que lo usan a diario le empiezan a sacar ese provecho. Es un mejor uso que el de los usuarios esporádicos, alguien que entra seguido encuentra con un universo.

–¿Llega a ser incontrolable en un punto?
–Son los mismos usuarios los que ofician de controladores. Si encuentra un post que no cumple con las normas, lo denuncia y a partir de ahí pasa por un proceso de moderación. Para una persona sí, es imposible de controlar, pero al estar toda la comunidad participando, se vuelve un proceso eficaz.

–¿Cómo está funcionando la versión en portugués (br.taringa.net)?
–Bastante bien. Como es lógico, los números todavía no se comparan con el original. Pero estamos contentos porque viene con un crecimiento mensual aproximado del 15%. Cuando uno lo compara con Taringa! cuando empezó, el crecimient es mayor.

–¿El sitio tiene un techo? ¿Llegará el momento en que ingrese en una meseta?
–En cuanto al crecimiento, puede llegar a un techo. En Argentina, casi llegamos al tope de cantidad de usuarios. De nuestro país entran unos 16 millones de usuarios por mes y se calcula que la cantidad de usuarios argentinos que ingresa a Internet es entre 18 a 20 millones. Queda un porcentaje muy chico de personas que no entra a Taringa!. Crece en otros países, como México, Chile o Colombia, pero llegará un punto en que no crezca más en Argentina. Estamos desarrollando nuevas herramientas para que los usuarios encuentren más utilidades y se vuelva más fuerte la comunidad. En eso sí se puede crecer.

Publicado originalmente en VOS

sábado, 13 de marzo de 2010

En busca de crédito


En otro intento por combatir la piratería musical, en setiembre del año pasado se lanzó al mercado argentino la tarjeta musicpass, un nuevo formato que permite la descarga de un álbum completo a través de la web. El funcionamiento es sencillo: en el dorso, el plástico contiene un código que hay que ingresar a un sitio oficial para bajar –por única vez– la obra del artista, en formato mp3 de alta calidad (320 kbps).

Las ventajas frente al disco, en un vistazo rápido, parecen ser dos. Por un lado, su precio: el promedio de la musicpass es de $ 15 (menos de la mitad de un CD original), y por el otro, los contenidos extra, ya que la musicpass, al no ser un formato de almacenamiento, no presenta limitaciones cuando de ofrecer contenido se trata. De esa forma, además del álbum, el usuario puede descargar un videoclip, una entrevista, un wallpaper u otro feature del artista en cuestión.

Los últimos trabajos de Gustavo Cerati (Fuerza Natural) y Shakira (Loba), ambos de Sony BMG, fueron los primeros en salir a la calle a través de musicpass. “Superó nuestras expectativas”, aseguran Diego Summer Sasin y Esteban González Treglia, los encargados de marketing de DMC Latinoamérica (Digital Music Card), empresa encargada de producir y distribuir musicpass. “El disco ya es un formato de colección. El que es comprador de discos, va a seguir haciéndolo –agrega Summer–. El nacimiento del musicpass surge de eso: un formato nuevo, que transmita transportabilidad, que sea fácil de descargar y de pasar al dispositivo de reproducción de música”.

Algo físico
Al día de hoy, el catálogo se amplió a unos veinte títulos y todo indica que la cifra irá en aumento. Ahora bien, la pregunta que cae de maduro es la siguiente: al margen de las implicancias legales, ¿qué ofrece la tarjeta que la web no pueda hacerlo de forma gratuita? Tanto los contenidos extra, como la calidad del mp3 y la velocidad de descarga, son argumentos que un entendido en la materia puede rebatir con facilidad. “Es cierto. Según nuestro estudio de mercado en Latinoamérica, nadie se pone colorado por descargar música. Entonces, cuando compra la musicpass, ya tiene la sensación de que se lleva algo físico, es decir, la tarjeta con el arte del disco. Además, la idea también es generar la fidelización del fan con el artista. Para eso, planeamos la actualización constante de contenidos. Mes a mes, entrás y descargás algo nuevo: videocip, entrevista, lo que sea”, plantean.

A riesgo de generar cierta incomodidad, hay que insistir en que las explicaciones esgrimidas no parecen ser suficientes para un habituado al download. Los directivos objetarán aplicando el sentido común: “Vos tenés la idea de un melómano, un gran bajador de música. Pero hay que entender que muchísima gente tiene su reproductor de mp3, su teléfono celular, y sin embargo no es amiga de la tecnología. Por ende, no descarga música. Le gusta ir y comprar. Además, en la actualidad argentina, para el que quiera bajar música de forma legal, una de las poquísimas opciones que tiene es el musicpass”.


Ventas
Una de las próximas acciones de promoción por parte de DMC es extender los puntos de venta de la tarjeta. Que no sólo se adquiera en disquerías, sino también en quioscos, hipermercados e incluso farmacias. “Nos sorprendió la cantidad de unidades vendidas en los duty free de los aeropuertos”, comentarán Summer y González Treglia. “Ahora la música se puede mover a canales donde antes no podía estar. Y eso también es una ventaja para el melómano. Es como el caramelo del quiosco: con lo que me sobra, me llevo música”, comparan.

Desde DMC aseguran que los números acompañan (“Hoy Cerati es musicpass de platino”); sin embargo, las grandes cadenas no aportan datos. Desde prensa del grupo ILHSA (propietarios de la librería Yenny, entre otras), aclaran que no suelen dar “cifras de venta”. El que sí brinda información es Antonio Cobo, de Disquería Edén: “Se vendió muy poco la tarjeta. Nosotros probamos con las primeras que salieron, de Shakira y Cerati. Habremos vendido unas 50 unidades, como mucho”. Luego agrega: “En un país en el cual reina la cultura del ‘cero pesos’, la gente opta por bajarlo. Que se entienda: me encanta que haya otro formato legal y que cueste 15 mangos. Pero hoy por hoy la realidad es otra”. Cobo también revela que varios de los artistas más populares de cuarteto ya han sido seducidos para editar en musicpass, pero que aún ninguno se ha decidido.

En vivo
Entre los nuevos proyectos de DMC, se encuentra “musicpass live”, que se perfila como una de las grandes apuestas a futuro. Esta vez sí aporta algo que resulta intransferible: un show en vivo. “Adquirís una tarjeta como acreditación a los grandes eventos de música, para que puedas ver el recital y después, una vez que estás en tu casa, descargar el material”, explican Summer Sasin y González Treglia.

La primera entrega de esta colección será una tarjeta con material de los diez años de Cosquín Rock, a editarse próximamente (se calcula para mediados de año). “Va a incluir un documental especial del festival, con mucho material de backstage”, adelanta José Palazzo. “La música se negocia con los artistas, por lo que todavía no hay precisiones en relación a las canciones. Hay mucho para elegir: cuando Charly tocó con Pappo, por ejemplo, y otras perlitas que se fueron dando a lo largo de las ediciones. Lo que sí te puedo decir es que va a tener material fotográfico, entrevistas y todos los especiales televisivos”, concluye el titular de Nueva Tribu.

Es evidente que la tarjeta musicpass aún está en ciernes y presenta mucho potencial como formato. Aun así, el tiempo y los usuarios serán los encargados de establecer si podrá hacerle frente a las descargas ilegales, una realidad que existe, al margen de la gracia que le cause a los artistas o a los grandes sellos discográficos.


Publicado originalmente en VOS

jueves, 18 de febrero de 2010

Buscar por el placer de buscar



–Una vez señalaste que algunas de tus canciones surgieron en sueños, mientras dormías. Es el caso de A cada hombre, a cada mujer. ¿Cómo definirías esa clase de inspiración?
–Fue como un regalo que me llegó de andá a saber dónde. Recuerdo que desperté con la voz de David (Lebón) cantando las dos frases iniciales. Me levanté, tomé la guitarra, me agarré de ese hilo y fue surgiendo la canción completa. Es como si algo me hubiera soplado al oído la semilla de lo que después fue el árbol.

–En este caso, se podría aplicar a la música eso de soñar en otro idioma, cuando ya se internaliza.
–Sí, es una excelente imagen. Lo bueno es la mezcla que se produjo. Mi mente racional no estaba funcionando, pero después fue todo mi equipamiento psíquico el que terminó de redondear mi idea. Operó mi intuición, mezclado con mi racionalidad y mi conocimiento del lenguaje musical. La música tiene ese poder, el de conjugar esas dos cosas: lo concreto y lo abstracto, lo material y lo espiritual, de una manera tremendamente potente. Es como soñar en voz alta. Tiene el mismo permiso que se da en la poesía, el de hablar desde un lugar que no pretende comunicar una cosa puntual, sino ir más allá del significado de las palabras y comunicar una emoción, aquello que no se puede decir fácilmente, el lado oscuro de las cosas.

–Ya que nombrás la poesía, te llevo a tu libro Dos pasajes a la noche. Uno de los poemas, Fast forward, sugiere ciertas vacilaciones acerca de la velocidad en que transcurre la vida.
–“Qué será que espera mi corazón/ sin paz un solo día”, dice el poema. Esa inquietud constante es la que define el estado del espíritu. Hay una especie de sed de significado que nos impulsa hacia adelante, a todas las experiencias humanas. Sin esa sed, la vida sería tremendamente aburrida, repetitiva y cuadrada. Creo que en los espíritus inquietos está esa búsqueda constante, esa pregunta que se regenera a si misma todo el tiempo. Es una tarea inherente al trabajo de un creador artístico meterse en todos los problemas que le vengan a la cabeza, meterse con todo lo que lo apasione, lo asuste o lo entusiasme. Hay que dejarse erotizar por todas esas cosas, llevarlas a su punto límite y ver qué encuentra. De lo contrario, ¿qué es lo que está comunicando?

–Al margen de que esa respuesta no resulte satisfactoria para el artista.
–Es que en realidad no puede tener respuesta, si la tuviera sería una cárcel. Sería la negación de sí misma. Si se pudiera aplacar, no sería sed. Puede tener algunos momentos de reparo, de descanso, algún instante de éxtasis, en que todo se asienta mansamente en un lugar agradable del corazón. Pero dura poco, la inquietud vuelve muy rápidamente. Por suerte es así.

–Podría ser comparable a tu carrera, ¿no te parece? De estar en la cima con Serú Girán, a optar por un plano secundario junto a Pat Metheny. No estancarse, incluso viviendo en la cima.
–Eso es algo relativo. Es una cima vista desde un ángulo, pero desde otros ángulos no lo es. Pensar que nosotros cuatro ya habíamos alcanzado el momento más feliz de nuestras carreras en Serú Girán, con un promedio de 25 años, sería algo bastante triste. Uno evita pensar de esa manera porque es ponerse un límite.


Extracto de una entrevista a Pedro Aznar, uno de mis ídolos musicales. Fue publicada en VOS.

sábado, 13 de febrero de 2010

Es un sentimiento


Mucho se ha hablado acerca de Taringa!, ese aleph digital comandado por los hermanos Botbol donde podemos encontrar de todo, desde reclamos de justicia hasta links para descargar videojuegos ochentosos. Buena parte de los noticieros no resistieron a la tentación de mandar al aire un informe for dummies sobre esta red social y así –a falta de un video chistoso– cubrir la noticia web del día. Pero mientras la gran mayoría puso el foco en la historia del grupo de adolescentes que crea un producto exitoso (viene bárbaro para titular cosas como “los Bill Gates argentinos”), pocos se detienen a analizar un fenómeno más heterogéneo y por ende más complejo: los más de tres millones de usuarios con los que cuenta al día de hoy, que son en definitiva quienes han hecho de Taringa! el sitio web más visitado de Argentina. Sí, los taringueros.

Comencemos con una analogía medio facilona: ¿se acuerdan del capítulo de Los Simpson sobre los Magios? Digamos que ser taringuero es como estar adentro de esa logia. Al igual que Homero, el novato se desvive por pertenecer, y una vez que logró su cometido, tiene que empezar bien de ajoba hasta obtener el reconocimiento de sus pares. ¿Cómo? Aportando posts que respondan a la máxima absoluta de esta cofradía virtual, la Inteligencia Colectiva. (Aunque también hay “marcas de nacimiento” que pueden hacer subir rápido nuestra condición, pero eso lo vamos a ver más adelante.) Si esos posts gustan, decíamos, se los premia con puntos, que acumulados nos van otorgando una mejor posición. Los puntos –vamos con otra comparación doméstica– son como los billetes del Estanciero: sólo tienen utilidad dentro de esa lógica y no puertas afuera.

Lo cierto es que Taringa! se convirtió en un fenómeno que hace rato sobrepasó la web: ya son un clásico las reuniones de taringueros que se arman en diferentes provincias de Argentina, e incluso de otros países, como México, Colombia y Uruguay. “En la primera que organizamos, allá por el 2007, éramos cinco locos –rememora Luis (wwxxyyzz), taringuero cordobés de la primera hora–. Y a contramano de lo que se piensa, de lo que menos hablamos en las juntadas es de Taringa!”.

El que lo ve de afuera tiene esa clase de prejuicios: el taringuero es una variante del nerd que llega a las reuniones con su remera de Kill Bill (en su variante Tarantino o Linux) y no para de hablar de Ubuntu y Lara Croft. Pero el geek es sólo uno de los tantos tipos de taringueros que hay por allí. La charla que mantiene La Central con algunos de ellos corrobora esta cuestión: por caso, Luis es un melómano que arrancó compartiendo música por Taringa!, además de ser el mentor de varias de las juntadas en Córdoba. “Comencé subiendo algunos discos de rock sinfónico o rock nacional que son difíciles de conseguir. En aquel entonces éramos unos 50 mil usuarios, había como una especie de mito de pertenencia al sitio. Ahora hay millones, lo cual hizo bajar el nivel etario. Para bien o para mal, Taringa! cambió”.


Ya no sos igual
“Taringa! se ha vuelto algo tan masivo que es incontrolable. Eso ha hecho que muchos quieran figurar, desvirtuando el sentido original. En lugar de compartir, buscan competir”, dice con algo de resignación Rafa (Udyat), moderador en Taringa!, consultado sobre el estado de la cuestión. “Uno lo hace de onda, no modera persiguiendo un fin económico. Pero últimamente es imposible chequear todos los posts que se publican. Además se postea cualquier cosa; ya no es como al comienzo, donde realmente se buscaba originalidad”, plantea.

Esa idea de figurar, de alcanzar un top post a toda cosa, la ha generado la misma vorágine de la red. Se supone que si uno llega a la home de Taringa! gana prestigio y popularidad. Bajo esa premisa, entonces, muchos usuarios se crean varios perfiles para otorgar puntos a sus propios posts o bien examinan cuáles son los temas calientes del momento para publicar algo relacionado, sea una foto inédita de Megan Fox, la onda retro o la ley de bosques. Esa especulación hace que haya algunos posts visibles sobre un mismo asunto y cientos más originales, pero que pasan desapercibidos a raíz del caos virtual.

Una triste realidad: a diferencia de otros tiempos, cuando parecía valorarse más la mentada Inteligencia Colectiva, hoy en día la escalera a la fama taringuera está más cerca de la astucia marketinera que del talento. “Es como una foto de la sociedad. Cuando salta un tema candente, siempre están los que se muestran a favor y los detractores, pero en lugar de debatir con argumentos, se bardean entre ellos. Eso ya escapa a la naturaleza misma del sitio”, plantea Udyat. Así estamos.

Taringitis aguda
Todavía no hemos hablado de una clase de taringuero fundamental, que está muy presente en este esquema aunque permanezca en las sombras, al acecho de lo que publican los otros. Se trata de un tipo de usuario muy común en otras redes sociales, como Wikipedia, y es el mero consumidor: poco aporte y mucho download. Sería muy inocente referirse al éxito de Taringa! sin contemplar el hecho que gran parte de las películas, los programas y los discos más esperados estén a un par de clicks de distancia. Eso también explica en buena parte que el libro de Taringa!, editado a mediados de 2009, no tuviera la repercusión esperada, al ser un reflejo bastante pobre de todo lo que es en la web.

¿Y qué sería en la web? En una nube de tags básica no deberían faltar tópicos como música, fotografía, libros, comics, software, humor, cine, deporte, videojuegos o noticias. Ese inmenso caudal de información, de acceso relativamente fácil y democrático por su propia naturaleza (hay administradores y moderadores, sí, pero a Taringa! lo hacen sus usuarios), produce una codicia lindante a la fiebre consumista. “Se termina convirtiendo en otra clase de capitalismo: uno baja y baja masivamente, pero después queda en el disco duro, no se consume ni la mitad”, reflexiona Luis.

Se sabe que hacer futurología en internet es una de las empresas más difíciles, dada su condición mutante. Por ello, y atendiendo a los cambios que ha venido sufriendo en los últimos tiempos, nadie arriesga a decir cómo seguirá la cosa de acá en más en la red social más popular de Argentina. De sitio de culto a espejo de la argentinidad, en poco menos de un lustro Taringa! se ha vuelto referencia insoslayable a la hora de hablar de la web en nuestro país. Casi que podríamos decir que ser taringuero, como peronista o ricotero, es otra forma del ser nacional. ¡¡Vamos, carajo!!

Publicado originalmente en La Central

Pasajeros en trance


-¿Recordás sus primeros pasos como dee jays?
-La recuerdo bastante bien: nuestro primer concierto fue frente a 8 mil espectadores... ¡¡en Tokyo!! Habíamos realizado un remix para una estrella pop japonesa muy famosa en aquel entonces, así que fuimos hasta allá… ese mix disparó nuestra carrera. Estábamos muy nerviosos, en especial yo, pero nos la arreglamos bastante bien. A partir de allí mejoramos un poco, pero la energía sigue igual.

-Provienen de Londres, ¿cómo era la escena durante aquellos días iniciales?
-Es algo que cambia constantemente, cada mes surge algo diferente, por pequeño que sea. En los últimos diez años se nota un recambio importante. Sin embargo, como te dije, la escencia es la misma.

-¿Cuál es, a tu criterio, la mejor escena trance del mundo?
-Para serte honesto, hay que hacer mucho para ganarle a la argentina… Hay algo muy especial en Sudamérica en general, pero en Argentina hemos tenidos las experiencias más memorables como dee jays. Si se repite lo de nuestras últimas presentaciones en el país, desde ya te digo, el nuestro va a ser un fin de semana increíble.

-Above & Beyond graba en estudio profesional, y según tengo entendido, con instrumentos musicales tradicionales. ¿Podrías explicar la metología?
-En nuestros tracks usamos cantantes "reales" y, ocasionalmente, guitarras y bajos eléctricos y acústicos. Tenemos guitarras Taylor, dos Fender Jazzmaster y un bajo Musicman, que son alucinantes para grabar. Y también utilizamos sintetizadores analógicos, un viejo Moog, un secuencer, una vieja caja de ritmos Roland… en fin, un buen arsenal. Cuando nos ponemos extravagantes, también solemos usar un cello y una batería en vivo. Usar instrumentos le otorga a la electrónica un carácter orgánico muy especial.

-¿Con qué artistas se sienten afines? No tienen que ser necesariamente de música electrónica ni contemporáneos.
-Son demasiados. En mi caso, me gusta mucho la música triste, soy un gran fan de Jeff Buckley y he descubierto hace poco a Patrick Watson. Me encantan bandas indies como Radiohead, R.E.M., Muse, Starsailor y Crowded House. El ambient también me atrae. Aunque también el trance, progressive, house… podría estar una semana enumerando.

-Contame un poco la experiencia de promocionar "Anjunabeats V.6" arriba de un globo aerostático. ¿Cómo fue eso?
-Increíble. Ese set acústico fue bastante difícil, de hecho, porque había muy poco espacio en el globo. Pero allá arriba, a 2 mil metros de altura, era el clima ideal. Lo mejor fue cuando sobrevolamos unos campos de maíz. Una experiencia inolvidable, sin duda.

Entrevista a Tony McGuinness, de Above & Beyond, publicada originalmente en VOS.

sábado, 16 de enero de 2010

Bezos para todos

El dato apareció en los cables de noticias navideños, a medio camino entre el presagio y la estrategia de marketing: Jeff Bezos, presidente de Amazon.com –la librería virtual más grande del mundo–, aseguraba que su emporio había vendido más libros electrónicos que físicos en la última curva del 2009. Todo a razón del Kindle, su famoso lector de e-books, cuyas ventas se dispararon como las cañitas durante las fiestas de fin de año. Los medios globales reprodujeron la noticia y, una vez difundida, algunos analistas ya comenzaron a rotular este incipiente 2010 como “el año de los e-books”.

Lo anterior podrá sentar un valioso antecedente o pasar a engrosar la lista de las profecías incumplidas, lo cierto es que a partir del martes próximo, el Kindle DX (versión mejorada del primero) ya se podrá comprar vía Amazon.com en casi todo el mundo y eso incluye, desde luego, a nuestro país. La buena nueva, ansiada por varios amantes de los chiches tecnológicos, se ve eclipsada por dos serios inconvenientes. El primero es su precio, bastante elevado para el bolsillo latinoamericano: el Kindle DX cuesta 489 dólares, unos $ 1900 a los que hay que sumar los gastos de envío. El segundo es todavía menos esperanzador: la escasísima cantidad de títulos traducidos al español que se encuentran disponibles en formato digital, amén de que hoy es imposible obtener e-books de autores de habla hispana cuya carrera no esté signada por best sellers.

Negocios virtuales. El Kindle permite descargar contenido de forma remota (libros, revistas, más de 100 diarios de todo el mundo), pero únicamente provisto por Amazon.com, que a su vez posee cuantiosas alianzas con las principales editoriales del planeta. A un promedio de 10 dólares por cada e-book y frente a la (de momento) inexistente posibilidad de downloads gratuitos –o ilegales–, la compañía de Bezos juega con todas las cartas a su favor. Sin embargo, hay otros interesados en sentarse a la mesa para disputarle los ases.

Pasó algunos años atrás con los reproductores de mp3 y la historia suele repetirse: con el correr de los meses se abrirá el juego dentro del negocio de los libros electrónicos. Es decir, al mercado que hoy lidera Amazon se le sumarán otras empresas y será otro el escenario. Sony, la cadena de librerías Barnes & Noble y Apple (no podía faltar la manzanita) ya tienen listos sus gadgets para hacerle frente al Kindle. Otro que podría meter la cola es Google, que cuenta con el servicio Google Books y que además lanzó hace pocos días su celular Nexus One, para hacerle sombra al iPhone y dejar en claro que también tiene la mente puesta en la fabricación de hardware. En ese panorama, los más beneficiados probablemente serán los consumidores, al haber más oferta y, por ende, precios más competitivos.

De cualquier manera, toda esta posible coyuntura se discute más entre editores con ánimo previsor que entre potenciales lectores. Sucede que todavía es difícil imaginar la canasta playera con un Kindle en lugar de aquellos libros que durmieron en el estante buena parte del año. O una biblioteca entera almacenada en un aparato del tamaño de un folleto de rotisería. Es difícil, sí, pero aprovechemos: la imaginación es una de las pocas experiencias virtuales por las que todavía no hay que pagar.

lunes, 14 de diciembre de 2009

Uruguayos de palabra

No hace falta recorrer el dial de punta a punta para reparar en que El hijo de Hernández, de El Cuarteto de Nos, es una de las canciones más curiosas que pueden escucharse por estos días en las radios. Y tampoco es necesaria demasiada atención al oírla para descubrir el sello de los charrúas. La anécdota del hombre al que se obstinan en adjudicarle otra identidad, historia entre jocosa y trágica, es narrada a través de un componente clásico del grupo: las constantes rimas consonantes (hablando de rimas).


“Me gusta tener un concepto y a partir de ahí desarrollar esa idea en el formato canción, que no se me vaya de los 5 minutos. Después, trato de cargarla de información utilizando juegos de lenguaje. Me meto a juntar yo mismo información sobre el tema que elegí, armo un boceto y comienzo el trabajo”, revela acerca de su forma de componer el mismo Roberto Musso, pluma y voz de El Cuarteto de Nos (ups, otra rima).

“Soy de anotar las que se me ocurren –amplía–. Me gusta que las rimas sorprendan, que se alejen de lo estándar, de lo trillado”. Entre los muchos ejemplos que podemos hallar en sus letras, tenemos uno de Hoy estoy raro, donde se rima “nami” (proveniente del lunfardo rioplatense) con “Tsunami”, palabra de origen japonés y de reciente uso occidental. “Por supuesto que hay ocasiones, como pasa con algunas baladas, que no admiten ese tipo de letras. Me lo tiene que permitir la canción”.

El Cuarteto de Nos también es diestro en calambures. Inspirado en el rosarino radicado en Uruguay Elvio Gandolfo, Santiago Tavella, bajista de la agrupación, publicó algunos años atrás el libro Yo a este lo ablando hablando. Por allí se leen cosas como “Si yo lo quito, ella lo caza / Si yo loquito, ella locaza”. “A veces hacíamos algunos juegos de palabras en medio de los shows. Santiago lo oficializó publicando el libro, que recopila esos interludios y le incluyó algunas frases inéditas”, detalla Musso.

Exponentes “charrúas”
Lo cierto es que la banda, que acaba de editar el recomendable Bipolar, no está sola en esa tradición de los juegos con el lenguaje, y mucho menos en su tierra. Pedro Paiva, integrante uruguayo del dúo cómico Los Modernos, es quien escribe los textos para luego reproducirlos sobre las tablas junto a Alejandro Orlando. Tensando los límites y las acepciones de las palabras, hacen uso del humor (“Un novio es alguien que no vio”), de la ironía (“Dios aprieta pero no suelta”) o de la reflexión, siempre en un tono ameno e inteligente.

Al margen del natural histrionismo de la dupla, el lenguaje es el amo y señor de cualquier obra de Los Modernos. El primer sketch de Fo abre bajo la premisa de hablar con corrección sobre lo incorrecto: “Como nada de lo humano nos es ajeno,/ esta noche seremos malos y seremos buenos./ Seremos mal educados/ desde la buena educación”, sueltan, y a partir de allí razonan acerca de las malas palabras con su habitual elegancia.

Otro entusiasta de las rimas, Jorge Drexler, también utiliza algunos jueguitos retóricos en sus letras. Su disco Eco (2004) es profuso en ese sentido: en Transporte, Drexler pronuncia el equívoco “Parte de mi alma parte a tu encuentro”, otorgándole doble significado al verbo partir. También está justamente Eco, donde canta “Esto que estás oyendo/ ya no soy yo/ es el eco, del eco, del eco/ de un sentimiento”, como sonorizando aquella experiencia acústica. O bien el recitado del comienzo en Guitarra y vos: “¡Que viva la ciencia, que viva la poesía! ¡Qué viva siento mi lengua cuando tu lengua está sobre la lengua mía!”.


El guía Masliah

El uso de rimas, silogismos, retruécanos o anagramas por parte de estos exponentes encuentra un vínculo indudable, siempre dentro del terreno uruguayo, con un trovador de largo aliento.
“Leo Masliah fue nuestro primer referente –asegura el cantante de El Cuarteto de Nos–. Cuando empezamos, teníamos nuestras ideas para las letras, pero nos era difícil transportarlas al plano musical. Y descubrir a Leo fue una revelación, al notar cómo el tipo pudo meter en su propuesta todas esas cosas”.

Masliah –músico, escritor y dramaturgo– siempre se mantiene cerca de esos llamativos usos de la lengua. Por caso, la denuncia rimada que representa Mamá, quiero que caduque tu pretensión punitiva sobre mí, o la turbulenta y reflexiva Imaginate mijo dejan en claro que no utiliza esa creatividad gramatical como un fin en sí mismo, sino para unirla al humor, el absurdo o la protesta.

A decir de Los Modernos, es el oyente quien finalmente detecta o no esas sofisticadas elaboraciones a partir de las amplias posibilidades que otorga el castellano. En sus propias palabras: “Uno dice lo que dice y el otro escucha lo que escucha... Es una lucha”.

Publicado originalmente en VOS