jueves, 28 de mayo de 2009

Los alcances de un blog


En mayo del año pasado, el Capitán Burton publicaba en su blog una historia que narraba el regreso de un argentino a su país luego de vivir algunos años en el exterior. Para su sorpresa, en el trayecto que va del aeropuerto hasta su casa, el viajante comienza a ver algunas escenas que le llaman la atención: gente leyendo en las plazas y los bares, señoras discutiendo sobre teoría literaria, fachadas de bibliotecas en cada cuadra; en definitiva, polaroids de una cotidianeidad que gira alrededor de los libros. El remate del cuento es el siguiente:

Me bajo del taxi. En la puerta de casa me están esperando. Antes de soltar las valijas pregunto qué es lo que está pasando.
-Ah... claro, no sabés nada. Fue hace 6 meses... murió Tinelli.


Aquel post tuvo decenas de comentarios y no pasó mucho tiempo hasta que comenzara a difundirse en cadena de mails, e incluso hubo quienes se lo adjudicaron, con leves modificaciones, y empezaron a publicarlo en sitios como Taringa! u otros blogs. La fuente nunca se citó, o bien sólo se aclaraba con un vago “Sacado de un mail que anda dando vueltas por ahí”. Hasta este punto, nada nuevo: una más entre las muchas curiosidades que permite la Web, donde los derechos de autor son todavía una materia inasible y de discusión permanente.

Lo interesante del caso tiene como protagonista a José Pablo Feinmann. Es de público conocimiento el rechazo que le producen los blogs al filósofo, prueba de ello es el video que sigue a continuación, extraído de una entrevista que le realizara Clarín.com en la Feria del Libro de Buenos Aires de 2008:



Unos meses más tarde, Feinmann ratificaría su postura a través de una fotografía provocadora, en el marco de una charla llevada a cabo en la librería porteña Eterna Cadencia en abril de este año, en la que sostenía un libro sobre blogs en una mano y en la otra mostraba el pulgar abajo. La imagen seguramente buscaba una intención humorística antes que polémica, pero no deja de llamar la atención que el mismo Feinmann, semanas después, utilizara materia prima surgida de un blog para argumentar la pobreza cultural del país, a través de lo que él mismo llama “la TV vómito”.

Tal cosa sucedió en Un mundo perfecto, el programa que conduce Roberto Pettinato por América, y el extracto de esa charla puede verse en este artículo de la revista Pronto. Uno de los primeros en darse cuenta del caso fue el mismo Capitán Burton, quien lejos de molestarse, se mostró sorprendido de que un post suyo llegara a la televisión. En definitiva, el acontecimiento muestra, una vez más, los alcances de un blog.

jueves, 21 de mayo de 2009

Una melodía en cada línea


La carrera de Graham Coxon es equivalente a la de John Frusciante al otro lado del océano: los dos forman parte de un supergrupo de rock, pero llevan en simultáneo un abundante registro solista en el que dan rienda suelta a sus costados más introspectivos. También los une un curioso reverso: mientras los Red Hot Chili Peppers se encuentran en un parate indefinido, en este 2009 Blur regresa a los escenarios luego de más de un lustro de separación.

Vuelve entonces uno de los emblemas del britpop, donde Coxon tuvo un protagonismo central con su Telecaster a cuestas. Sólo resta esperar que el operativo retorno no eclipse The Spinning Top, el séptimo intento en solitario de este nerd sensible, una obra despojada y bellísima que lo aleja de la pulsación indie-punk que había caracterizado sus trabajos anteriores.

El álbum inicia con Look into the light, una pieza en la que sobrevuela el fantasma escuálido de Nick Drake. Allí también se aprecian dos constantes del disco: la acusticidad y las afinaciones alternativas. En realidad son muy pocos los temas, como Dead Bees, en los que el sonido vira hacia la distorsión; el resto pinta paisajes entre lo bucólico y la melancolía, con una voz que sin grandes aspiraciones llega a emocionar a través de las melodías.


Si la primera frase del disco indica “Mira hacia la luz”, el cierre con November sostiene: “El cielo se rompe/ Sopla junto al viento de noviembre”, todo en medio de una atmósfera sombría en la que Steven Street, productor de la placa, seguramente tuvo mucho que ver. La vida de un ser humano, desde su nacimiento hasta su deceso, parece ir trazada a través de las diferentes canciones. En ese sentido, The Spinning Top también se revela como un disco conceptual.

Por allí se destacan Perfect Love (la presencia lennoniana), la psicodélica Caspian See, Sorrows army, que pide a los gritos ser parte de alguna banda sonora, y Brave the storm, con cierto aire a Neil Young y Bob Dylan.

El punto más alto del álbum es sin embargo la admirable In the morning, una suite acústica de ocho minutos y medio como aquellas que componía el Spinetta de los 70 (Canción para los días de la vida, Cantata de puentes amarillos). Al margen de la improbable influencia, el estribillo de la canción de Coxon puede leerse como el leitmotiv de The Spinning Top: “There’s a melody in every line/ and a sorrow in these eye’s of mine/ If a diamond hangs in every tree/ and a life is lost for every leaf/ Can a bird still sing?” (Hay una melodía en cada línea/ Y una pena en mis ojos/ Si un diamante cuelga de cada árbol/ Y una vida se pierde por cada hoja/ ¿Podría seguir cantando un pájaro?).

jueves, 30 de abril de 2009

Roberto Arlt y los blogs


“El futuro es nuestro, por prepotencia de trabajo”

Roberto Arlt, introducción a Los lanzallamas

Pese a estar separados por el tiempo y la muerte, que unidos suelen formar el olvido, Roberto Arlt y los blogs comparten algunas características que vale la pena examinar, a los fines de establecer que el autor de Los siete locos trazó, por medio de su obra, un futuro posible dentro de la narrativa nacional. Y esas semejanzas se traslucen en tres ámbitos: el formato, la crítica y la noción de lector.

Escritas para el diario El Mundo desde 1928 hasta su obligado punto final en 1942, las columnas de opinión de Arlt, denominadas Aguafuertes, se transformaron en un espacio ideal donde el escritor trató un abanico de temas de su interés, que iban desde asuntos culturales –su desprecio por la literatura elitista, el rechazo que le producía cierta benevolencia de parte de los críticos de espectáculos– hasta cuestiones políticas y sociales, producto de su ímpetu periodístico, como internarse en un hospital público para conocer por dentro cómo vivían los enfermos, o bien sus elípticos ataques a los gobiernos militares, que por razones del orden de la censura debía criticar con indirectas, aunque no exentas de una riesgosa ironía.

Esa anarquía de temáticas y su periodicidad aproxima las Aguafuertes a aquello que abunda en los blogs y que es una de sus características más notables: el opinar acerca de todo, aun cuando no se conozca el tema en profundidad y sus alcances sean impredecibles. Se conciben de esta manera reflexiones urgentes, con una edición mínima a raíz de los tiempos de publicación, textos que sin embargo cobran valor como testimonio de un momento. A propósito de esto último, vale la pena echar ojo a algunas crónicas calientes publicadas en blogs sobre zonas en conflicto bélico, escritas en el lugar de los hechos, temas que los medios masivos de algunos países deciden (o se ven obligados a) pasar por alto o informar con evidente parcialidad.

Otro detalle a tener en cuenta: lejos de la escritura pulida, la prosa elegante y barroca que caracterizaba a algunos de sus contemporáneos, Arlt utiliza un lenguaje coloquial, redacta de la forma en que habla el argentino promedio (ya no sólo en sus Aguafuertes sino en toda su obra), lo que desata encendidas críticas al “rebajar sus artículos hasta el cieno de la calle”, a decir de un lector que le recrimina en una carta el uso del lunfardo. Lo cierto es que Arlt tenía muy en claro ese detalle, porque de esa forma buscaba distanciarse de varios de sus colegas. “A diferencia de otros escritores de su tiempo, Arlt no se jactaba de su formación. Él trataba la literatura como algo vivo, es un precursor por esa noción anti-académica, y no como se la entendía por esos años”, explica Andrea Bocco, profesora de la cátedra Argentina I en la Escuela de Letras de la UNC.

Ilustración de Eric Zampieri


Escribir mal

El desdén y los ataques provenientes de la Academia, o por el lado de cierta figura de lector avezado, es otro punto que une a Arlt con buena parte de la producción que surge de los blogs. “Se dice de mí que escribo mal”, solía repetir el también dramaturgo cuando explicaba su metodología de trabajo. Al no contar con una formación clásica en el ámbito de las letras, su estilo se forjó a través de lecturas desordenadas, donde se mezclaban autores tan diferentes como José Ingenieros con Dostoievski –también influyeron las malas traducciones de las obras de escritores extranjeros, producto de las ediciones económicas–, concibiendo aquello que se señaló como una literatura marginal o, en palabras de Horacio González, “una prosa que chapotea entre monstruos”. Es decir, en las antípodas de la estética reinante.

En aquel tiempo, entre las décadas 1920 y 1930, la literatura argentina estaba atravesada por dos grupos de perfiles opuestos: el de Boedo –de ideas de izquierda y compromiso social, entre cuyos máximos representantes se encontraban Leónidas Barletta y Elías Castelnuovo– y el grupo de Florida, en el que confluían escritores como el primer Borges, Leopoldo Marechal y Oliverio Girondo, interesados en las vanguardias europeas, fundamentalmente en el terreno de la poesía. “Arlt se ubicó en el centro –apunta Bocco–, sus novelas presentan rasgos de ambos grupos, pero él se mantuvo independiente a estas agrupaciones. Y eso desencadenó la crítica de sus pares: para los de Florida escribía mal, para los de Boedo no se comprometía ideológicamente”.

Al referirnos a las críticas, hay una conexión latente en el tema que nos concierne: los bloggers –término con que se define genéricamente a quien mantiene un blog– publican todo aquello que quieren decir sin filtros de edición ni lectura previa a cargo de correctores, lo que produce textos en los que los errores gramaticales u ortográficos son bastante frecuentes. Esto lo facilita el mismo formato, de creación sencillísima e individual, lo que posibilita a su vez la proliferación de nuevos escritores o simplemente personas adeptas a la escritura, que publicaron en internet sus primeros artículos o relatos, al margen del visto bueno –otrora condición indispensable– que otorga el mercado editorial, la crítica especializada o un número creciente de lectores. Esa forma de escribir desarticulada e informal, tan en boga por estos días y en estas latitudes, también es blanco de críticas por parte de un sector del ámbito cultural afecto al preciosismo en el lenguaje.

En ese sentido, es ejemplar la declaración del filósofo José Pablo Feinmann en la pasada Feria del Libro de Buenos Aires. Consultado acerca de los blogs, el intelectual sostuvo: “Estoy en contra del blog, en la Argentina no hay pelotudo que no tenga un blog […] A la mayoría de los que escriben blogs un buen jefe de redacción les pegaría una patada en el culo y los echaría por la pésima prosa que tienen […] Hay que saber escribir, sino no le hagas perder el tiempo al que te lee, no lo agredas con tu mala prosa. Ese democratismo me parece realmente agraviante con el lector”. Ese pensamiento, aunque radical, también reflejó en mayor o menor medida la opinión de otros intelectuales, que por lo bajo también desacreditan aquel formato digital.

Como era de esperarse, varios bloggers salieron al cruce de estas declaraciones. Pero mientras la mayoría se sentía atacado con la ya famosa frase “cualquier pelotudo tiene un blog” –frase que, ironías aparte, encierra algo de verdad–, sólo pocos se detuvieron a responder y debatir qué razón justifica que esté mal que cualquiera pueda publicar lo que escribe en la web (el “democratismo”), si al fin y al cabo es el lector quien elige qué leer y qué no. Si se tiene en cuenta, además, que muchos de los escritores surgidos en los últimos años en nuestro país mantienen un blog (el más notable es el grupo denominado “La Joven Guardia” o “Nueva narrativa argentina”, conformado por Hernán Arias, Natalia Moret y Juan Terranova, entre otros), es de suponer que en el futuro mucha de la literatura argentina provenga de allí, aunque sea concebida a través de una “mala prosa”, pero con tramas lo suficientemente sólidas como para perdurar en el tiempo. El escritor Oliverio Coelho, perteneciente a esa camada de escritores sub-40, sostuvo en una entrevista a Rolling Stone en 2005: “Hay como un tono generacional que tiene que ver con un uso más despreocupado de la lengua, una naturalidad del texto”. Maximiliano Tomas, periodista cultural y antólogo de varios libros de relatos de escritores jóvenes, comentó en su blog a propósito de un cuento de Terranova: “Menospreciado hasta por su autor, pero muy potente, aunque, Terra, ojota va sin hache, bestia”. Cualquier semejanza con la obra de Arlt tal vez no sea coincidencia.

Ida y vuelta
Llegamos así al que quizá sea el vínculo más valioso entre los dos polos que nos interesan: el trato con los lectores. Una de las herramientas que más aporta a la noción de blog son los comentarios; opiniones, puntos de vista, acotaciones que los lectores vierten en ellos para de esa manera participar activamente en la construcción de la bitácora personal como experiencia narrativa. “Puede enseñarte mucho que te pongas permeable con la visión de los demás”, comenta José Playo, escritor cordobés cuyo blog es el más popular entre los de ficción en nuestra ciudad. “Algunos relatos de mi último libro sufrieron leves modificaciones por lo que algunos lectores sugirieron”, revela y también agrega que ciertos comentarios en su página lo inspiraron a escribir algún relato (“tres veces”, precisa).

Es materia conocida que, producto de las opiniones de terceros, pueden surgir debates o confrontaciones entre lectores y el autor del blog acerca de un tema, lo que lleva a que el planteo inicial desemboque en algo completamente diferente. La importancia de un lector tan cercano es muy notoria y las consecuencias de esto pueden ser determinantes en los nuevos escritores.

Históricamente, en la literatura argentina esta relación no ha sido demasiado frecuente ni fructífera, al margen de autores como Lucio V. Mansilla, quien fomentaba el trato con sus lectores, sí, pero les hablaba de igual a igual; es decir, sostenía un enlace con aquellos de formación letrada, alguien de su mismo nivel. Sin embargo, es Roberto Arlt quien otorga al lector una importancia hasta ese momento impensada en las letras argentinas. Contrario a otros escritores, no solía recibir elogios ni adulaciones, sino que confrontaba con el lector y de esas discusiones extraía materia prima para sus columnas o relatos. Tanta importancia le daba a esa relación, que incluso abandonó un programa radial donde colaboraba porque no soportaba los comentarios estúpidos de sus oyentes femeninas (hay una Aguafuerte donde se explaya sobre este tema); tan significativos le resultaban sus receptores, que se dice de Arlt que dedicó sus últimos años al teatro porque allí recibía de forma directa el dictamen de su público. Bien vale otra de sus citas para ilustrar esta relación: “Eso de saber que no se acciona en el vacío vale mucho. Es quizás el más poderoso estímulo”, reflexiona en otra de sus Aguafuertes.

Muchos autores de blogs escriben a sabiendas de los comentarios que disparará su texto. Así haya tres o doscientos lectores diarios, el blogger publica lo suyo en internet, ante millones de potenciales lectores, con la plena consciencia de que “no se acciona en el vacío”. “Las opiniones laten en algún lugar debajo del teclado y no te dejan ablandar los dedos”, sugiere Playo, y señala una cuestión de la que los próximos escritores –literatos, periodistas, historiadores– no podrán escapar fácilmente: el lector como protagonista activo. Esa intromisión, que podrá ser positiva o negativa dependiendo el caso, también representa un choque al ego y la vanidad. A eso Arlt lo comprendió y, aunque no fue consagrado en vida, el tiempo sería el encargado de colocarlo en el panteón nacional de las letras argentinas. “Me gusta pensar que, de haber podido, Arlt seguramente hubiera tenido un blog que habría actualizado diariamente con avances de sus textos: borradores que se pisarían unos a otros y encendidas respuestas a los comentarios de sus lectores”, escribió en un post Matías Fernández, editor de Hablando del Asunto, uno de los blogs de literatura más activos de Argentina.

Aferrándonos al pantanoso terreno de las conjeturas, hay indicios para sostener que Roberto Arlt construyó una clase de literatura que se practica hoy, aunque eso ponga los pelos de punta a determinados círculos, aunque carezca de prosa cuidada y el lector esté pisando los talones, aunque los eunucos bufen.

Versión completa del artículo publicado en Revista La Central N°10

miércoles, 4 de febrero de 2009

Techno Übermensch


A mediados de la década de 1980, cuando las fiestas electrónicas eran un submundo nocturno aún incipiente, un joven Richie Hawtin solía asistir a los clubs de Detroit para presenciar los shows de sus dee jays favoritos, como Derrick May o Jeff Mills, padres del techno norteamericano. Atraído por esos sonidos y con apenas 15 años, Hawtin consiguió su primera residencia en The Shelter, una discoteca de impronta dark en la que pudo mostrar sus primeras habilidades con las bandejas.

Con el correr de los años, Hawtin se transformaría en uno de los máximos innovadores dentro del terreno de la música electrónica, cualidad que lo sitúa entre los productores más respetados del planeta, fundamentalmente en el techno y el minimal. Por sus trabajos conceptuales, en los que adopta el alias Plastikman, ha recibido elogios tanto de sus seguidores como de sus colegas. También es el responsable del sello Minus, que cuenta entre sus filas a artistas como Loco Dice o al argentino Barem.

Aunque radicado en Alemania desde hace algunos años, cuando recibe el llamado telefónico de La Voz del Interior Richie Hawtin se encuentra en algún punto de Guadalajara, disfrutando del clima.

-¿Cómo te está tratando México?
-Bárbaro, esto es muy diferente a Berlín. Hace calor, los árboles aún están verdes, el sol brilla, la gente es muy amigable… Definitivamente es un lindo cambio.

Hawtin está en medio de la gira Contakt, una experiencia multimedia que cuenta con una puesta en escena interactiva y la participación de varios artistas del sello Minus. Entre otras particularidades, la instalación de Contakt lleva un cubo gigante colgado en medio de la pista, que permite descargar música inédita a un celular si se lo acerca al artefacto.

-¿Cómo surgió la idea de hacer esta gira interactiva?
-Queríamos hacer algo especial por el décimo aniversario de Minus. Siempre me interesó ofrecerle a la gente más de lo que ella espera, por eso he trabajado mucho con mi amigo Ali Demirel, el encargado de las visuales en este proyecto, y decidimos hacer una colaboración en vivo sobre el escenario, usando la última tecnología digital, tanto en sonido como en luces, para hacer algo nuevo y excitante. A nuestra manera, claro. Mucha gente que aprecia Minus le gusta ver a la pandilla completa, y pensamos entonces que estaría bueno hacer un show en vivo todos juntos. Esto es nuevo para nosotros. Mientras más tocamos, más cómodos nos sentimos. Cada noche es diferente e inspiradora.


-Fuiste uno de los primeros en utilizar tecnología digital para tus presentaciones en vivo. ¿Cuál es, desde tu punto de vista, el próximo paso en materia de set ups?
-Por lo general, en los shows hay varias personas concentradas en lo suyo: alguien se encarga de las luces, otro de los videos y el dee jay mezclando la música en vivo. Lo que ya estamos haciendo en esta gira es lograr que esos tres sistemas estén conectados en red. De esa manera, podemos enviar información a cualquiera de los tres canales, y usar eso para crear una experiencia más colaborativa que cada operador por su lado. Creo que esa es la dirección a seguir. Se va a comenzar a ver más gente haciendo shows interactivos, en lugar del concepto típico de ver a alguien tocando y por detrás de él proyectar unos gráficos. Se va volver algo más inmersivo, como un ambiente en el que la gente será absorbida.

-¿Cuál es tu opinión acerca de la democratización de la tecnología? ¿Lo ves como un desafío?
-Creo que es algo positivo. Sin eso yo no estaría acá, tengo que darle el visto bueno porque abrió los géneros de la música electrónica y le dio más chances a la gente. Esa democratización tuvo sus inicios a principios de los 90, cuando algunos instrumentos o cajas de ritmos se volvieron económicamente más accesibles. Ahora esa cuestión fue mucho más allá, porque cualquiera puede descargar música o bajar un programa y probar. Eso es una gran cosa, porque trae más música, buena y mala, pero otorga el poder individualmente para explotar la creatividad.

-En uno de los últimos compilados de Minus participan los cordobeses Luciano Le Bihan y Exequiel Brandan. ¿Cómo diste con ellos y qué fue lo que te atrajo de su música?
-Para el mix que estaba realizando quería productores de todas partes, la intención era mostrar las diferentes caras de la electrónica alrededor del mundo en el 2008. Se lo comenté a Barem, le dije que buscaba resaltar algunos productores nuevos de Sudamérica, y él me contestó: ‘Tenés que escuchar a algunos de mis amigos’. Me hizo oír ese track (Flying) y encajaba perfecto. Es minimal con algo de techno, pero además tiene un sabor diferente de la otra música que estaba usando, un sonido que generalmente proviene de los productores sudamericanos, no sé si es por las raíces latinas o su amor a la música. Lo cierto es que todo el ambiente de una persona termina influyendo en lo que es y en su creatividad.


-Muchos dee jays de renombre mundial han pasado por Córdoba. ¿Te han dado alguna referencia?
-Te digo la verdad, todas han sido buenas. Cada dee jay que conozco que ha ido a tu ciudad me dice que es un lugar al que tengo que ir, porque es donde han tenido sus mejores experiencias. Así que estoy muy ansioso de ir para allá.

-A propósito de tus colegas, son varios los que te nombran cuando se les pregunta a quién admiran. ¿Cómo te llevás con ese reconocimiento?
-Es bueno escuchar eso. Una de las cosas que trato de hacer es desarrollar diferentes climas, ser honesto conmigo mismo y seguir mis propios pasos. Eso lleva a que a veces puedas estar de moda y otras veces no, pero al final construís un recuerdo y una integridad. Aunque en algún momento la gente no comprenda o no aprecie lo tuyo, cuando miren hacia atrás van a respetar lo que hiciste. Espero que la gente que me admira lo haga porque también me respeta.

-¿Hay algún clima ideal que deba tener el público para disfrutar de tu set?
-Mientras más abierto sea para las nuevas formas de la música, mejor. Entiendo que mi trabajo es entretener, hacerlos bailar, pero no quiero que sea una noche fácil. Voy a pasar algunos de sus temas favoritos, algo que ellos esperan de mí, pero también quiero gente que sea abierta, para que me den la libertad de llevarlos a algún lugar al que tal vez nunca había ido. Mi objetivo cada noche es ofrecer al público algo que sea especial y que lo recuerden por mucho tiempo. Con algo de suerte, por el resto de sus vidas.

Entrevista a Richie Hawtin, publicada en diciembre pasado en La Voz del Interior, a raíz de su primera presentación en Córdoba. Para usar un término afín, esta es la extended version de la nota. Aunque tal vez sería más justo decir que es el original mix.

viernes, 23 de enero de 2009

Las formas del plagio

Desde hace algunas semanas a Coldplay lo persigue la sombra del plagio. Primero acusados por la entonces ignota banda neoyorquina Creaky Boards y luego por el guitarrista Joe Satriani, la canción Viva la vida fue blanco de críticas al sonar sospechosamente parecida a otras.

Lo cierto es que la tradición de la música popular está llena de estos pequeños déjà vu. Uno de los casos más resonantes tuvo a George Harrison como protagonista, allá por la década de 1970: se lo acusó de plagiar el tema He’s so fine, del grupo femenino The Chiffons, materia prima con la que se habría inspirado para componer My sweet Lord, uno de sus éxitos más espirituales y perdurables. Lo curioso del asunto fue el veredicto de la Justicia, al dictaminar que el suyo había sido un plagio inconsciente, sin intención previa, lo que no eximió al ex beatle de pagar cerca de medio millón de dólares a los damnificados.

El terreno es espinoso cuando se trata este tema. Si en una composición el instrumento más acentuado suena demasiado similar al de otra pieza –puede ser la melodía de voz, pero también el fragmento de un solo de guitarra, las notas de un saxo o cualquier sonido– ya se empieza a hablar de plagios u "homenajes", a decir de los más cínicos.

Hay un relato breve de Cortázar, llamado Posibilidades de la abstracción (puede leerse aquí), en el que su narrador cuenta que tiene la capacidad de extraer un objeto de su contexto para así observarlo en solitario. De esa forma, concentrado en tal asunto, puede anular al portador de un reloj de pulsera, por ejemplo, y observar apenas un metal cilíndrico que levita por el aire.

Esa visión poética de la vida se asemeja bastante al desarrollo del oído en el ámbito de la música. Un oyente medianamente avezado puede sustraer de determinada canción un instrumento en particular –aunque no sea el que más se destaque– y reproducirlo mentalmente sin los otros sonidos, mientras que el oído promedio tiende a fijar su atención en la melodía principal. Cuando se ejercita esa destreza de la abstracción instrumental (algo bastante frecuente entre los músicos que aprenden a tocar de oído), es común encontrar coincidencias dentro de diferentes canciones.

Esa cuestión está más presente en la armonía, es decir, las progresiones de acordes, y si se atiende a esto con demasiada precisión y suspicacia, se pueden hallar similitudes constantemente, aunque disimuladas o aplicadas para diferentes propósitos, por lo que en esos casos no se habla tanto de plagio como de influencias.

Hay otro aspecto dentro de las copias musicales que no está tan relacionado con la composición (la cuestión armónica), sino más bien con el trabajo del productor, que pone en práctica artilugios de estudio que se reiteran una y otra vez a lo largo de los discos para concebir música más o menos parecida. Llevada al extremo, esta cuestión da lugar a la llamada música enlatada, de bandas prefabricadas o músicos de laboratorio, con riesgo artístico nulo y un conjunto de profesionales detrás de algo que busca repetir una fórmula probada en otro momento.

El pop es prodigio en inventar esta clase de adefesios ya desde sus inicios, con bandas como The Monkees, que buscaba emular el éxito de grupos como los Beatles o los Byrds. El colmo, el punto más alto dentro de este patetismo cultural, llegaría a fines del siglo pasado con la creación y propagación de las boy bands (cuarteto o quinteto de cantantes y bailarines), proyectos surgidos de reality shows, blanqueando así públicamente que todo se trata de entretenimiento, y cuyos referentes eran otras agrupaciones surgidas de mentes poco ligadas al arte pero muy astutas para los negocios.

¿Utilizar un segmento musical ajeno para componer uno propio –como se lo acusa a Coldplay– es más o menos deshonesto que aplicar una receta masticada para forjar una carrera en el ambiente artístico? Si el talento es irreproducible y la mediocridad tan fácil de imitar, sólo nos queda estudiar los resultados para resolver ese planteo. Y entre Viva la vida y el último hit de Britney Spears no queda mucho margen para la duda, ¿o sí?

lunes, 22 de diciembre de 2008

La muerte de un flogger

Ayer asesinaron a un flogger. Un grupo de adolescentes lo agarró a la salida de un boliche en Las Tapias, una localidad de Traslasierra, y le pegó hasta dejarlo inconsciente. Las notas policiales informan que murió un rato después.

Supongo que era la noticia que le faltaba al universo flogger en este 2008: un final trágico. A lo largo de este año he visto y escuchado muchas cosas alrededor del tema. He visto debates televisivos vergonzosos en torno a estas nuevas "tribus urbanas", donde –de Chiche Gelblung a Mex Urtizberea– se intentaba poner en ridículo a los floggers que ellos mismos invitaban al piso, una intención que más bien demostraba la ignorancia de los conductores acerca de las conductas de la juventud.

“Haga patria, mate a un flogger” es la máxima de moda entre los que están en contra de estos chicos. O su eufemismo progre: “Haga patria, despeine a un flogger”, que intenta desacreditar a los adolescentes con argumentos políticamente correctos, del tipo “son chicos que no tienen ideología”, como si a los 15 años todos hubiéramos tenido un norte claro. Ni siquiera el humor logra esconder ese fascismo tácito.

El hecho de ayer presenta un link inevitable con el asesinato de Marcos Spedale, al que mataron en 2005 de una forma bastante similar en pleno Cerro de las Rosas. Entonces nadie hablaba de floggers, sino que la tribu mediática eran los rugbiers, acaso su opuesto perfecto. Pero la muerte, se sabe, es lo que nos hace iguales a todos.

Fuera por curiosidad o a raíz de coberturas periodísticas, durante este año he tenido la oportunidad de charlar con algunos floggers de Córdoba. Y si algo he aprendido acerca de ellos es que están alejados de cualquier clase de violencia, lo cual, en estos tiempos, ya podríamos empezar a considerarlo una virtud.

Algunos meses atrás, Cumbio estuvo de visita por la ciudad para participar de una fiesta flogger. En aquella oportunidad la entrevistamos junto a Mara, y el video de la nota suscitó la típica avalancha de opiniones. También estaba planeado que se publicara un reportaje más extenso para el diario, pero por cuestiones de agenda no pudo ver la luz. De todas maneras, creo que Cumbio dijo algunas cosas que a esta altura vale la pena repensar, por eso lo comparto.

Lo que tú sientes se llama obsesión

Cumbio, la flogger más conocida del país, habla de su popularidad, el futuro, su bisexualidad y su relación con los periodistas.

Cuando una pregunta la incomoda o no le interesa demasiado, Agustina fija la vista hacia abajo y juega con los auriculares que sostiene en una mano: es un movimiento leve de su muñeca, que hace que sus headphones color crema giren de tal manera que forman un remolino minúsculo. Mientras los hace girar, responde.

Agustina es Agustina Vivero, es decir Cumbio, una adolescente que con sus 17 años ya experimentó una rara forma de popularidad. Su figura se volvió pública, en primera instancia, a raíz de su fotolog, un sitio web personal donde se cuelgan fotografías. A través de esas imágenes, en las que ella publicaba sus autorretratos y fotos con sus amigos, se fue haciendo una cara conocida para los miles de jóvenes que también tienen su flog en Argentina. Se calcula que en nuestro país hay más de dos millones de fotologs registrados, y dentro de ese microuniverso son muchísimos los adolescentes que lo utilizan para postear fotos de ellos mismos en diferentes poses, haciendo caritas a la cámara, mostrando la ropa que se acaban de comprar o el novio o la novia que acaban de conseguir.

A Agustina se le ocurrió un día que estaría bueno organizar una juntada con todos esos nuevos amigos que conoció gracias a Internet, ya fuera por la vía del chat o de los flogs. Y no tan de a poco, esa idea fue creciendo.
–Cuando organicé la primera fiesta, al frente de mi casa, lo hice sólo para conocer gente. El flog no era tan público como es ahora –rememora Cumbio–. Cuando la convocatoria aumentó, nos mudamos al Abasto. Hicimos una matiné en dos lugares diferentes, llenamos dos boliches a la vez: América y Gótica.
Hace referencia a dos discotecas de Buenos Aires, dos fiestas simultáneas. Una proeza que desvela a más de un empresario de la noche, concebida por un grupo de chicos que no superan los 18. Cumbio se convirtió en la cara más visible de la movida flogger.

Producto de esas reuniones, cada vez más multitudinarias y sin publicidad más que el boca en boca de los fotologs, estos chicos comenzaron a llamar la atención. No sólo por el número creciente, sino también por su forma de vestir, que incluye pantalones chupines, peinados batidos, zapatillas de lona y remeras de colores fluorescentes: un combo colorinche parecido a un cuadro de escuela pop art. Un aspecto tan llamativo que inspira un neologismo (“flogger”) y suscita la atención, primero, de los otros miles de adolescentes que no son floggers. Segundo, de las marcas de ropa, siempre tan atentas a las nuevas tendencias. Pero a los que más les llama la atención esta movida es a los que pertenecen a otras “tribus urbanas”, que ven en los floggers todo aquello que no quieren ser: dicho a lo bruto, los floggers no tienen una ideología, no persiguen un ideal y se visten como maricas.

Entonces sobreviene la desgracia: como son vistos como pibes tan frívolos, tan diferentes, los chicos malos pertenecientes a otro palo quieren agarrarlos a trompadas. Y en esa bronca también la ligan los emo, otra de las genéricamente llamadas tribus urbanas, que son estigmatizados por peinarse de forma rara y mostrar demasiada sensibilidad. Los chicos malos, entonces, además de burlarse, razonan con una fórmula tan simple como cruel: sensible igual marica; ergo, hay que pegarles. Son esos enfrentamientos violentos los que, ahora sí, llaman la atención de los más grandes, que a duras penas le habían agarrado la mano al envío de mails y ahora deben lidiar con esas palabras que la televisión reproduce en boca de los floggers: flog, ahrre, effear, blackies.

Al margen de estos acontecimientos desgraciados y de la ola mediática en la que se vieron envueltos, los floggers siguieron en la suya; es decir, sacando fotos y juntándose en fiestas al ritmo de la música electrónica.

Si bien Córdoba nunca estuvo alejada de esta movida adolescente, en la segunda mitad del 2008 la tendencia se acrecentó. O tal vez sería más apropiado decir que se organizó, porque se creó una agencia local manejada por un joven emprendedor que tiene en sus filas a varios de los floggers más populares de Córdoba.

Aunque anteriormente ya hubo por estos lados algunos intentos de fiestas de fotologs –con resultados dispares–, ha sido esta agencia la que organizó la primera “fiesta oficial” en nuestra ciudad, el Flogger Day. Es un evento que se realiza en varios puntos del país y cuenta con el patrocinio de una importante marca de ropa para adolescentes.

En principio, esta matiné planeaba realizarse con la presencia de Coqui y Gazabril, dos chicos floggers muy populares de Argentina, pero a pocos días del evento –y gracias a la gestión de un empresario relacionado al ámbito del cuarteto– a estas dos visitas se le sumó Cumbio, esa chica que con apenas 17 años ya se sentó en el living de Susana Giménez y almorzó con Mirtha Legrand, la misma chica que está escribiendo un libro de reflexiones, la misma que ahora se pone a jugar con sus auriculares porque escucha una pregunta que le aburre un poco.

-¿Cómo te llevás con los periodistas? Da la impresión de que los floggers piensan que no entendemos nada sobre ustedes.
-No siempre, pero hay veces en que los periodistas vienen a hacernos notas sin estar informados. No saben qué es un flogger, pero ya traen una idea, algo nada que ver. Uno trata de explicarles, pero se quedan en su idea y siguen diciendo lo que ellos piensan.

-Comentaste que te gustaría estudiar periodismo.
-Sí, el año que viene por ahí empiezo. Quiero hacer radio o ser conductora de un programa de televisión. Me gusta un poco de todo, no hay un tipo de periodismo en particular que me atraiga ni tampoco el estilo de algún conductor.

-¿Te planteás algún límite a la hora de postear tus fotos?
-No, publico todo lo que quiero. No tengo nada que ocultar, yo no hago nada malo. Lo único es que hay que respetar las reglas de Fotolog.com. Una vez los administradores del sitio me desactivaron la cuenta por poner la foto de una amiga, que al tener mucha luz parecía que estaba desnuda. Pero después se dieron cuenta que nada que ver y lo reabrieron. Y hace unos días me lo hackearon. No me enteré quién fue, pero ya pude reabrirlo.

-¿Por qué esa bronca con vos? ¿A qué pensás que se debe?
-La gente es muy obsesiva. No hay un término medio: te odian con todo su corazón o te aman con todo su corazón. Y eso no está bueno, sería mejor que ignoren. Además, todas las páginas en contra mío que hay en Internet son anónimas. Todo lo que yo digo lo hago con mi cara y me lo banco. Hay gente que le preguntás por qué me odia y no sabe, ni me conoce.

-¿Qué es lo que más te molesta de esta exposición?
-Me molesta que jueguen con la vida de una persona como si fueran los dueños. Que puedan ver mis fotos y que yo les comente un poco de mi vida no significa que me conozcan completamente. Se dijo por ahí que me morí tres veces, que maté a no sé quién, que tengo una hermanastra cuando en realidad es mi ahijada... Nada que ver. Es un poco molesto, pero en el fondo me chupa un huevo.

La charla se desarrolla en plena siesta cordobesa, con un clima de lo más agradable y bajo un cielo que presagia una noche de una plenitud similar. Cumbio está sentada en un banco de plaza y viste una campera de colores variados: una instantánea que podría terminar en su flog. Curiosamente, la campera hace juego con el mechón azul de su pelo, y también con la notebook color rojo que lleva apoyada en su regazo. De a ratos, extrae un celular de su bolsillo y chequea si llegó algún SMS o si recibió una llamada.

-¿Podrías vivir sin estar conectada?
-Estoy acostumbrada a estar sin la compu, a la notebook la tengo hace poco. Con el celular sería más difícil, porque estoy hablando todo el tiempo con mi mamá y con Maru. Pero no es vital.

Maru es la novia de Cumbio. En este punto entra en juego la segunda instancia de su notoriedad pública: Agustina dijo en un programa de televisión que tenía novia y colgó fotos con ella en su fotolog. La declaración originó un debate interminable acerca de la bisexualidad y homosexualidad en los jóvenes, donde las múltiples voces no tardaron en hacerse escuchar.

-¿Cambió algo desde que te declaraste bisexual?
-Nunca me declaré nada. Conté que tengo una novia y que es la persona que me hace feliz, no tengo porqué ocultarlo, no le estoy haciendo mal a nadie.

-Ok, ¿pero creés que les diste confianza a otros chicos para que asumieran su inclinación sexual?
-Hay gente que me pide consejos sobre cómo decírselo a la familia, qué hacer en esa situación. Si la puedo aconsejar, lo hago, pero eso es tema de cada uno, no tiene que influir a otra persona. Mientras no moleste a nadie, uno tiene que elegir lo que lo hace feliz y el otro no tiene porqué opinar.

-¿Qué dicen tus papás?
-Con mis viejos todo bien.

Se calcula que para fin de año Editorial Planeta editará el libro de Cumbio. Serán capítulos cortos en los que ella ofrece su visión acerca de diferentes temas, como los floggers, la juventud, la sexualidad o Internet. Siempre partiendo de la base de experiencias propias. “Lo del libro es re loco, porque me va mal en Lengua”, reconoce Agustina y explica que para redactarlo contó con la ayuda del periodista Javier Sinay.

-Sin contar el libro, ¿cuál fue la propuesta más extraña que te han hecho?
-Un partido político me ofreció que me postule como diputada el año que viene, porque sacaban la cuenta y la mayoría que me conoce cumple 18 el año que viene, así que pensaban que me iban a votar. Y yo me la paso diciendo que no me interesa la política. Rechacé un montón de cosas que supuestamente eran para ayudar, pero me terminaban diciendo que era para beneficiar a un partido político y no es lo que estoy buscando, ni en pedo, no me interesa.

Tal vez haya que repetir la edad de Agustina para corroborar el delirio en la propuesta de algún funcionario oportunista: 17 años. Cursa el último año del secundario y tiene el aspecto de una chica como muchas otras de su edad, el pelo negro que le cubre las sienes, las puntas filosas y desflecadas. Como una Mafalda en versión animé.

-¿Y qué es lo que te interesaría hacer?
-Me gustaría que una marca me facilite, no sé... por ejemplo, papel higiénico y cajas de arroz, y los llevaría en un camión lleno de floggers a la gente que lo necesite. También estaría bueno repartir volantes sobre prevención sexual. Tanto que hablan de mi sexualidad, que está bien cuidada, sería mejor educar sobre prevención a los que realmente lo necesitan. Para muchas marcas es fácil prenderse con los desfiles de ropa, pero después para poner para otras cosas... Es más complicado.

miércoles, 26 de noviembre de 2008

Algunos apuntes sobre las redes sociales

Como herramientas para la comunicación, las redes sociales funcionan de una forma similar a la de un amplificador: permiten, básicamente, que un mayor número de personas acceda a lo que otra ofrece. Tal vez ésa sea su mayor virtud, porque evita intermediarios que pueden llegar a distorsionar el mensaje. Ahora bien, que aquello que se brinda en una red social sea de interés para el resto ya depende exclusivamente del usuario. Continuando con la analogía citada al comienzo y para ponerlo en términos gráficos, uno puede manipular una guitarra eléctrica enchufada a una pared de doce mil watts, frente a cientos de miles de personas, y aunque el alcance del sonido lo delimitan los parlantes, el aplauso o la reprobación de esa multitud será proporcional a nuestra pericia con las seis cuerdas.

Una idea parecida fue planteada hace algunos días por el escritor Hernán Casciari a propósito de la muerte de los blogs, tema del que se viene hablando insistentemente desde algunos lugares, aunque sin un fundamento que garantice su defunción definitiva. Casciari dijo, entre otras cosas, que el rótulo de blogger –o bloguero– para designar a alguien que escribe en un blog resulta casi una ofensa, y sostuvo asimismo que con el tiempo irán desapareciendo gradualmente aquellos “modernitos sin oficio conocido” que mantienen una bitácora sólo por el hecho de tener una, aquellos que abrieron un blog al leer en alguna revista o sitio que eran “una revolución” auténtica, el futuro del periodismo, la literatura u otra clase de disciplina humanística en la que el texto o la imagen tuvieran algo que ver. “Prevalecerá el talento”, finaliza Casciari con tono profético en su discurso acerca de este tema.

Talento, creatividad, inteligencia, previsión o aptitud son características decisivas para lograr reconocimiento en Internet, sea en un blog, en un perfil de Facebook, como usuario de Taringa! o en los 140 caracteres que permite Twitter. Y se podrían agregar algunas virtudes más, como la exclusividad (ofrecer algo que nadie más tiene), anticipación (ofrecerlo antes que nadie) y la originalidad (ofrecerlo de una manera diferente). En su ya célebre columna Por qué leo blogs, escrita para la revista Newsweek, el consultor de medios interactivos Julián Gallo asegura que en determinadas bitácoras él encuentra temas muy puntuales que sin embargo son de su interés, temas que de tan específicos no tienen un lugar en la agenda de los medios masivos. Si una persona se informa únicamente a partir de los medios tradicionales, dice Gallo, se encuentra atada a temáticas como la política o el deporte, por nombrar sólo dos tópicos que gozan de una amplia cobertura, reduciendo sus posibilidades de estar al tanto de otras cuestiones, que podrán ser de una importancia muy relativa en la vida cotidiana, pero que sin embargo poca gente conoce. El conocimiento, por mínimo que sea, también es una herramienta muy valiosa en estos tiempos.


Por otro lado, algo que parece haber tomado fuerza en las últimas semanas es la tendencia por parte de algunas empresas a subirse a la ola de la Web 2.0 sin tener muy en claro de qué va la cuestión; y sin una estrategia predeterminada o planeándola sobre la marcha, es difícil alcanzar resultados satisfactorios. Pablo Sánchez, autor de unblogged, planteó el tema de forma directa, luego de que recibiera un par de invitaciones para unirse a grupos de empresas locales en redes sociales. Sánchez les espetó en su espacio que “tener un grupo en Facebook no es Social Media”, y luego de explicar porqué estaban llevando a cabo de forma incorrecta sus intenciones (“dedicándome a esto, no puedo dejar de ver fallas en el uso que se le da a la herramienta”, sostuvo), les ofreció otro consejo gratuito: “Si a mí, como usuario normal y consumidor, me van a agregar en Facebook sólo para mandarme spam que por otro lado no aceptaría, sin duda que los borraría de mis contactos”.

En ese sentido, pareciera ser que muchos de los que mantienen blogs sobre temas específicos sienten la necesidad de dar su opinión cada vez que está en el tapete alguna cuestión que conocen bien, como es el caso de las redes sociales o las nuevas tecnologías. En la mayoría de los casos esas opiniones son muy valiosas, porque ofrecen una mirada –desinteresada o no– inteligente sobre una cuestión puntual, de la que se pueden extraer algunas ideas válidas. En otras ocasiones, sin embargo, esas opiniones pueden resultar erróneas o incluso peligrosas, porque pasan por el tamiz de sus conocimientos pero también de sus valoraciones personales, algo que suele lindar con una ignorancia encubierta al no tener argumentos sólidos, lo que a veces lleva a que esas opiniones pierdan valor. Sirva de ejemplo las muchas veces que se critica desde los blogs a los rediseños de sitios informativos sólo desde la óptica del diseño. De esa forma, se desdeña por completo un producto que tal vez analizado desde otra arista, como puede ser la informativa, resulta mucho más logrado. Como es lógico, lo ideal sería que todo el sitio fuera satisfactorio, pero una visión parcial –positiva o negativa– no siempre arroja conclusiones acertadas.

Lo ideal en estos casos, lejos de la crítica desmedida o el mirar la paja en el ojo ajeno, es tratar de ofrecer a la comunidad algo de calidad desde nuestro lugar, por pequeño que sea, o bien fomentar un debate enriquecedor. Y en este punto es necesario tener en claro qué se ofrece. El grupo de indie rock Ok Go quizás no esperaba causar tal excitación al subir el clip Here it goes again a YouTube, pero seguramente tenían la sospecha de que el video era original y que la Web era un buen lugar para mostrarlo, al margen de las otras estrategias de promoción. Una idea low fi, pero bien acorde a los tiempos que corren. La fórmula es muy tentadora: éxito con bajo presupuesto. ¿Cómo conseguir tal cosa? Marcos Carreño, director ejecutivo de Idear Music, empresa que se dedica a promocionar artistas a través de las tiendas digitales, planteó en una entrevista para la revista La Central que “la gran pregunta es cómo ser relevante en Internet”. De nuevo, ¿cómo conseguirlo? Lo cierto es que varios ya lo han logrado, consciente o inconscientemente, de la mano de las redes sociales y de su capacidad para hacer interesante aquello que proponen. Bandas como Ok Go o Arctic Monkeys, gente como Mark Zuckerberg y, más cerca nuestro, Nicolás Di Mattia, Chris Lanceley o José Playo, sólo por nombrar algunos pocos, han conseguido ser relevantes en Internet a través de herramientas que se encuentran al alcance de la mayoría. ¿Qué los diferencia del resto? Tomaron la guitarra teniendo en claro qué iban a tocar. El resto vino solo: aplausos.