–Una vez señalaste que algunas de tus canciones surgieron en sueños, mientras dormías. Es el caso de A cada hombre, a cada mujer. ¿Cómo definirías esa clase de inspiración?
–Fue como un regalo que me llegó de andá a saber dónde. Recuerdo que desperté con la voz de David (Lebón) cantando las dos frases iniciales. Me levanté, tomé la guitarra, me agarré de ese hilo y fue surgiendo la canción completa. Es como si algo me hubiera soplado al oído la semilla de lo que después fue el árbol.
–En este caso, se podría aplicar a la música eso de soñar en otro idioma, cuando ya se internaliza.
–Sí, es una excelente imagen. Lo bueno es la mezcla que se produjo. Mi mente racional no estaba funcionando, pero después fue todo mi equipamiento psíquico el que terminó de redondear mi idea. Operó mi intuición, mezclado con mi racionalidad y mi conocimiento del lenguaje musical. La música tiene ese poder, el de conjugar esas dos cosas: lo concreto y lo abstracto, lo material y lo espiritual, de una manera tremendamente potente. Es como soñar en voz alta. Tiene el mismo permiso que se da en la poesía, el de hablar desde un lugar que no pretende comunicar una cosa puntual, sino ir más allá del significado de las palabras y comunicar una emoción, aquello que no se puede decir fácilmente, el lado oscuro de las cosas.
–Ya que nombrás la poesía, te llevo a tu libro Dos pasajes a la noche. Uno de los poemas, Fast forward, sugiere ciertas vacilaciones acerca de la velocidad en que transcurre la vida.
–“Qué será que espera mi corazón/ sin paz un solo día”, dice el poema. Esa inquietud constante es la que define el estado del espíritu. Hay una especie de sed de significado que nos impulsa hacia adelante, a todas las experiencias humanas. Sin esa sed, la vida sería tremendamente aburrida, repetitiva y cuadrada. Creo que en los espíritus inquietos está esa búsqueda constante, esa pregunta que se regenera a si misma todo el tiempo. Es una tarea inherente al trabajo de un creador artístico meterse en todos los problemas que le vengan a la cabeza, meterse con todo lo que lo apasione, lo asuste o lo entusiasme. Hay que dejarse erotizar por todas esas cosas, llevarlas a su punto límite y ver qué encuentra. De lo contrario, ¿qué es lo que está comunicando?
–Al margen de que esa respuesta no resulte satisfactoria para el artista.
–Es que en realidad no puede tener respuesta, si la tuviera sería una cárcel. Sería la negación de sí misma. Si se pudiera aplacar, no sería sed. Puede tener algunos momentos de reparo, de descanso, algún instante de éxtasis, en que todo se asienta mansamente en un lugar agradable del corazón. Pero dura poco, la inquietud vuelve muy rápidamente. Por suerte es así.
–Podría ser comparable a tu carrera, ¿no te parece? De estar en la cima con Serú Girán, a optar por un plano secundario junto a Pat Metheny. No estancarse, incluso viviendo en la cima.
–Eso es algo relativo. Es una cima vista desde un ángulo, pero desde otros ángulos no lo es. Pensar que nosotros cuatro ya habíamos alcanzado el momento más feliz de nuestras carreras en Serú Girán, con un promedio de 25 años, sería algo bastante triste. Uno evita pensar de esa manera porque es ponerse un límite.
jueves, 18 de febrero de 2010
Buscar por el placer de buscar
sábado, 13 de febrero de 2010
Es un sentimiento
Mucho se ha hablado acerca de Taringa!, ese aleph digital comandado por los hermanos Botbol donde podemos encontrar de todo, desde reclamos de justicia hasta links para descargar videojuegos ochentosos. Buena parte de los noticieros no resistieron a la tentación de mandar al aire un informe for dummies sobre esta red social y así –a falta de un video chistoso– cubrir la noticia web del día. Pero mientras la gran mayoría puso el foco en la historia del grupo de adolescentes que crea un producto exitoso (viene bárbaro para titular cosas como “los Bill Gates argentinos”), pocos se detienen a analizar un fenómeno más heterogéneo y por ende más complejo: los más de tres millones de usuarios con los que cuenta al día de hoy, que son en definitiva quienes han hecho de Taringa! el sitio web más visitado de Argentina. Sí, los taringueros.
Comencemos con una analogía medio facilona: ¿se acuerdan del capítulo de Los Simpson sobre los Magios? Digamos que ser taringuero es como estar adentro de esa logia. Al igual que Homero, el novato se desvive por pertenecer, y una vez que logró su cometido, tiene que empezar bien de ajoba hasta obtener el reconocimiento de sus pares. ¿Cómo? Aportando posts que respondan a la máxima absoluta de esta cofradía virtual, la Inteligencia Colectiva. (Aunque también hay “marcas de nacimiento” que pueden hacer subir rápido nuestra condición, pero eso lo vamos a ver más adelante.) Si esos posts gustan, decíamos, se los premia con puntos, que acumulados nos van otorgando una mejor posición. Los puntos –vamos con otra comparación doméstica– son como los billetes del Estanciero: sólo tienen utilidad dentro de esa lógica y no puertas afuera.
Lo cierto es que Taringa! se convirtió en un fenómeno que hace rato sobrepasó la web: ya son un clásico las reuniones de taringueros que se arman en diferentes provincias de Argentina, e incluso de otros países, como México, Colombia y Uruguay. “En la primera que organizamos, allá por el 2007, éramos cinco locos –rememora Luis (wwxxyyzz), taringuero cordobés de la primera hora–. Y a contramano de lo que se piensa, de lo que menos hablamos en las juntadas es de Taringa!”.
El que lo ve de afuera tiene esa clase de prejuicios: el taringuero es una variante del nerd que llega a las reuniones con su remera de Kill Bill (en su variante Tarantino o Linux) y no para de hablar de Ubuntu y Lara Croft. Pero el geek es sólo uno de los tantos tipos de taringueros que hay por allí. La charla que mantiene La Central con algunos de ellos corrobora esta cuestión: por caso, Luis es un melómano que arrancó compartiendo música por Taringa!, además de ser el mentor de varias de las juntadas en Córdoba. “Comencé subiendo algunos discos de rock sinfónico o rock nacional que son difíciles de conseguir. En aquel entonces éramos unos 50 mil usuarios, había como una especie de mito de pertenencia al sitio. Ahora hay millones, lo cual hizo bajar el nivel etario. Para bien o para mal, Taringa! cambió”.

Ya no sos igual
“Taringa! se ha vuelto algo tan masivo que es incontrolable. Eso ha hecho que muchos quieran figurar, desvirtuando el sentido original. En lugar de compartir, buscan competir”, dice con algo de resignación Rafa (Udyat), moderador en Taringa!, consultado sobre el estado de la cuestión. “Uno lo hace de onda, no modera persiguiendo un fin económico. Pero últimamente es imposible chequear todos los posts que se publican. Además se postea cualquier cosa; ya no es como al comienzo, donde realmente se buscaba originalidad”, plantea.
Esa idea de figurar, de alcanzar un top post a toda cosa, la ha generado la misma vorágine de la red. Se supone que si uno llega a la home de Taringa! gana prestigio y popularidad. Bajo esa premisa, entonces, muchos usuarios se crean varios perfiles para otorgar puntos a sus propios posts o bien examinan cuáles son los temas calientes del momento para publicar algo relacionado, sea una foto inédita de Megan Fox, la onda retro o la ley de bosques. Esa especulación hace que haya algunos posts visibles sobre un mismo asunto y cientos más originales, pero que pasan desapercibidos a raíz del caos virtual.
Una triste realidad: a diferencia de otros tiempos, cuando parecía valorarse más la mentada Inteligencia Colectiva, hoy en día la escalera a la fama taringuera está más cerca de la astucia marketinera que del talento. “Es como una foto de la sociedad. Cuando salta un tema candente, siempre están los que se muestran a favor y los detractores, pero en lugar de debatir con argumentos, se bardean entre ellos. Eso ya escapa a la naturaleza misma del sitio”, plantea Udyat. Así estamos.
Taringitis aguda
Todavía no hemos hablado de una clase de taringuero fundamental, que está muy presente en este esquema aunque permanezca en las sombras, al acecho de lo que publican los otros. Se trata de un tipo de usuario muy común en otras redes sociales, como Wikipedia, y es el mero consumidor: poco aporte y mucho download. Sería muy inocente referirse al éxito de Taringa! sin contemplar el hecho que gran parte de las películas, los programas y los discos más esperados estén a un par de clicks de distancia. Eso también explica en buena parte que el libro de Taringa!, editado a mediados de 2009, no tuviera la repercusión esperada, al ser un reflejo bastante pobre de todo lo que es en la web.
¿Y qué sería en la web? En una nube de tags básica no deberían faltar tópicos como música, fotografía, libros, comics, software, humor, cine, deporte, videojuegos o noticias. Ese inmenso caudal de información, de acceso relativamente fácil y democrático por su propia naturaleza (hay administradores y moderadores, sí, pero a Taringa! lo hacen sus usuarios), produce una codicia lindante a la fiebre consumista. “Se termina convirtiendo en otra clase de capitalismo: uno baja y baja masivamente, pero después queda en el disco duro, no se consume ni la mitad”, reflexiona Luis.
Se sabe que hacer futurología en internet es una de las empresas más difíciles, dada su condición mutante. Por ello, y atendiendo a los cambios que ha venido sufriendo en los últimos tiempos, nadie arriesga a decir cómo seguirá la cosa de acá en más en la red social más popular de Argentina. De sitio de culto a espejo de la argentinidad, en poco menos de un lustro Taringa! se ha vuelto referencia insoslayable a la hora de hablar de la web en nuestro país. Casi que podríamos decir que ser taringuero, como peronista o ricotero, es otra forma del ser nacional. ¡¡Vamos, carajo!!
Publicado originalmente en La Central
Pasajeros en trance

-La recuerdo bastante bien: nuestro primer concierto fue frente a 8 mil espectadores... ¡¡en Tokyo!! Habíamos realizado un remix para una estrella pop japonesa muy famosa en aquel entonces, así que fuimos hasta allá… ese mix disparó nuestra carrera. Estábamos muy nerviosos, en especial yo, pero nos la arreglamos bastante bien. A partir de allí mejoramos un poco, pero la energía sigue igual.
-Provienen de Londres, ¿cómo era la escena durante aquellos días iniciales?
-Es algo que cambia constantemente, cada mes surge algo diferente, por pequeño que sea. En los últimos diez años se nota un recambio importante. Sin embargo, como te dije, la escencia es la misma.
-¿Cuál es, a tu criterio, la mejor escena trance del mundo?
-Para serte honesto, hay que hacer mucho para ganarle a la argentina… Hay algo muy especial en Sudamérica en general, pero en Argentina hemos tenidos las experiencias más memorables como dee jays. Si se repite lo de nuestras últimas presentaciones en el país, desde ya te digo, el nuestro va a ser un fin de semana increíble.
-Above & Beyond graba en estudio profesional, y según tengo entendido, con instrumentos musicales tradicionales. ¿Podrías explicar la metología?
-En nuestros tracks usamos cantantes "reales" y, ocasionalmente, guitarras y bajos eléctricos y acústicos. Tenemos guitarras Taylor, dos Fender Jazzmaster y un bajo Musicman, que son alucinantes para grabar. Y también utilizamos sintetizadores analógicos, un viejo Moog, un secuencer, una vieja caja de ritmos Roland… en fin, un buen arsenal. Cuando nos ponemos extravagantes, también solemos usar un cello y una batería en vivo. Usar instrumentos le otorga a la electrónica un carácter orgánico muy especial.
-¿Con qué artistas se sienten afines? No tienen que ser necesariamente de música electrónica ni contemporáneos.
-Son demasiados. En mi caso, me gusta mucho la música triste, soy un gran fan de Jeff Buckley y he descubierto hace poco a Patrick Watson. Me encantan bandas indies como Radiohead, R.E.M., Muse, Starsailor y Crowded House. El ambient también me atrae. Aunque también el trance, progressive, house… podría estar una semana enumerando.
-Contame un poco la experiencia de promocionar "Anjunabeats V.6" arriba de un globo aerostático. ¿Cómo fue eso?
-Increíble. Ese set acústico fue bastante difícil, de hecho, porque había muy poco espacio en el globo. Pero allá arriba, a 2 mil metros de altura, era el clima ideal. Lo mejor fue cuando sobrevolamos unos campos de maíz. Una experiencia inolvidable, sin duda.
sábado, 16 de enero de 2010
Bezos para todos
El dato apareció en los cables de noticias navideños, a medio camino entre el presagio y la estrategia de marketing: Jeff Bezos, presidente de Amazon.com –la librería virtual más grande del mundo–, aseguraba que su emporio había vendido más libros electrónicos que físicos en la última curva del 2009. Todo a razón del Kindle, su famoso lector de e-books, cuyas ventas se dispararon como las cañitas durante las fiestas de fin de año. Los medios globales reprodujeron la noticia y, una vez difundida, algunos analistas ya comenzaron a rotular este incipiente 2010 como “el año de los e-books”.
Lo anterior podrá sentar un valioso antecedente o pasar a engrosar la lista de las profecías incumplidas, lo cierto es que a partir del martes próximo, el Kindle DX (versión mejorada del primero) ya se podrá comprar vía Amazon.com en casi todo el mundo y eso incluye, desde luego, a nuestro país. La buena nueva, ansiada por varios amantes de los chiches tecnológicos, se ve eclipsada por dos serios inconvenientes. El primero es su precio, bastante elevado para el bolsillo latinoamericano: el Kindle DX cuesta 489 dólares, unos $ 1900 a los que hay que sumar los gastos de envío. El segundo es todavía menos esperanzador: la escasísima cantidad de títulos traducidos al español que se encuentran disponibles en formato digital, amén de que hoy es imposible obtener e-books de autores de habla hispana cuya carrera no esté signada por best sellers.
Negocios virtuales. El Kindle permite descargar contenido de forma remota (libros, revistas, más de 100 diarios de todo el mundo), pero únicamente provisto por Amazon.com, que a su vez posee cuantiosas alianzas con las principales editoriales del planeta. A un promedio de 10 dólares por cada e-book y frente a la (de momento) inexistente posibilidad de downloads gratuitos –o ilegales–, la compañía de Bezos juega con todas las cartas a su favor. Sin embargo, hay otros interesados en sentarse a la mesa para disputarle los ases.
Pasó algunos años atrás con los reproductores de mp3 y la historia suele repetirse: con el correr de los meses se abrirá el juego dentro del negocio de los libros electrónicos. Es decir, al mercado que hoy lidera Amazon se le sumarán otras empresas y será otro el escenario. Sony, la cadena de librerías Barnes & Noble y Apple (no podía faltar la manzanita) ya tienen listos sus gadgets para hacerle frente al Kindle. Otro que podría meter la cola es Google, que cuenta con el servicio Google Books y que además lanzó hace pocos días su celular Nexus One, para hacerle sombra al iPhone y dejar en claro que también tiene la mente puesta en la fabricación de hardware. En ese panorama, los más beneficiados probablemente serán los consumidores, al haber más oferta y, por ende, precios más competitivos.
De cualquier manera, toda esta posible coyuntura se discute más entre editores con ánimo previsor que entre potenciales lectores. Sucede que todavía es difícil imaginar la canasta playera con un Kindle en lugar de aquellos libros que durmieron en el estante buena parte del año. O una biblioteca entera almacenada en un aparato del tamaño de un folleto de rotisería. Es difícil, sí, pero aprovechemos: la imaginación es una de las pocas experiencias virtuales por las que todavía no hay que pagar.
lunes, 14 de diciembre de 2009
Uruguayos de palabra
No hace falta recorrer el dial de punta a punta para reparar en que El hijo de Hernández, de El Cuarteto de Nos, es una de las canciones más curiosas que pueden escucharse por estos días en las radios. Y tampoco es necesaria demasiada atención al oírla para descubrir el sello de los charrúas. La anécdota del hombre al que se obstinan en adjudicarle otra identidad, historia entre jocosa y trágica, es narrada a través de un componente clásico del grupo: las constantes rimas consonantes (hablando de rimas).
“Me gusta tener un concepto y a partir de ahí desarrollar esa idea en el formato canción, que no se me vaya de los 5 minutos. Después, trato de cargarla de información utilizando juegos de lenguaje. Me meto a juntar yo mismo información sobre el tema que elegí, armo un boceto y comienzo el trabajo”, revela acerca de su forma de componer el mismo Roberto Musso, pluma y voz de El Cuarteto de Nos (ups, otra rima).
“Soy de anotar las que se me ocurren –amplía–. Me gusta que las rimas sorprendan, que se alejen de lo estándar, de lo trillado”. Entre los muchos ejemplos que podemos hallar en sus letras, tenemos uno de Hoy estoy raro, donde se rima “nami” (proveniente del lunfardo rioplatense) con “Tsunami”, palabra de origen japonés y de reciente uso occidental. “Por supuesto que hay ocasiones, como pasa con algunas baladas, que no admiten ese tipo de letras. Me lo tiene que permitir la canción”.
El Cuarteto de Nos también es diestro en calambures. Inspirado en el rosarino radicado en Uruguay Elvio Gandolfo, Santiago Tavella, bajista de la agrupación, publicó algunos años atrás el libro Yo a este lo ablando hablando. Por allí se leen cosas como “Si yo lo quito, ella lo caza / Si yo loquito, ella locaza”. “A veces hacíamos algunos juegos de palabras en medio de los shows. Santiago lo oficializó publicando el libro, que recopila esos interludios y le incluyó algunas frases inéditas”, detalla Musso.
Exponentes “charrúas”
Lo cierto es que la banda, que acaba de editar el recomendable Bipolar, no está sola en esa tradición de los juegos con el lenguaje, y mucho menos en su tierra. Pedro Paiva, integrante uruguayo del dúo cómico Los Modernos, es quien escribe los textos para luego reproducirlos sobre las tablas junto a Alejandro Orlando. Tensando los límites y las acepciones de las palabras, hacen uso del humor (“Un novio es alguien que no vio”), de la ironía (“Dios aprieta pero no suelta”) o de la reflexión, siempre en un tono ameno e inteligente.
Al margen del natural histrionismo de la dupla, el lenguaje es el amo y señor de cualquier obra de Los Modernos. El primer sketch de Fo abre bajo la premisa de hablar con corrección sobre lo incorrecto: “Como nada de lo humano nos es ajeno,/ esta noche seremos malos y seremos buenos./ Seremos mal educados/ desde la buena educación”, sueltan, y a partir de allí razonan acerca de las malas palabras con su habitual elegancia.
Otro entusiasta de las rimas, Jorge Drexler, también utiliza algunos jueguitos retóricos en sus letras. Su disco Eco (2004) es profuso en ese sentido: en Transporte, Drexler pronuncia el equívoco “Parte de mi alma parte a tu encuentro”, otorgándole doble significado al verbo partir. También está justamente Eco, donde canta “Esto que estás oyendo/ ya no soy yo/ es el eco, del eco, del eco/ de un sentimiento”, como sonorizando aquella experiencia acústica. O bien el recitado del comienzo en Guitarra y vos: “¡Que viva la ciencia, que viva la poesía! ¡Qué viva siento mi lengua cuando tu lengua está sobre la lengua mía!”.
El guía Masliah
El uso de rimas, silogismos, retruécanos o anagramas por parte de estos exponentes encuentra un vínculo indudable, siempre dentro del terreno uruguayo, con un trovador de largo aliento.
“Leo Masliah fue nuestro primer referente –asegura el cantante de El Cuarteto de Nos–. Cuando empezamos, teníamos nuestras ideas para las letras, pero nos era difícil transportarlas al plano musical. Y descubrir a Leo fue una revelación, al notar cómo el tipo pudo meter en su propuesta todas esas cosas”.
Masliah –músico, escritor y dramaturgo– siempre se mantiene cerca de esos llamativos usos de la lengua. Por caso, la denuncia rimada que representa Mamá, quiero que caduque tu pretensión punitiva sobre mí, o la turbulenta y reflexiva Imaginate mijo dejan en claro que no utiliza esa creatividad gramatical como un fin en sí mismo, sino para unirla al humor, el absurdo o la protesta.
A decir de Los Modernos, es el oyente quien finalmente detecta o no esas sofisticadas elaboraciones a partir de las amplias posibilidades que otorga el castellano. En sus propias palabras: “Uno dice lo que dice y el otro escucha lo que escucha... Es una lucha”.
Publicado originalmente en VOS
jueves, 19 de noviembre de 2009
This is too much, Dick!
Resulta que Dick el Demasiado vuelve a Córdoba y lo hace con una presentación en el que tal vez sea el único espacio de la ciudad donde su propuesta podría tener cabida: Switch, la renovada fiesta Random que tiene lugar todos los sábados en la zona del Chateau. Rotulado como el padre o paladín de “las cumbias lunáticas”, la oferta musical de este personaje suena intrigante desde el vamos.
La definición que brinda el mismo Dick acerca de lo que sería una cumbia lunática tampoco aclara demasiado el panorama: “Hay muchas definiciones, pero la más chocante, poéticamente hablando, es pensar que un artista se mete el dedo en la boca y devuelve por vómito lo que vivió. Y ahí está en el suelo, redondito, como una luna llena. Las que recopilan esa información y la hacen bailable son las cumbias lunáticas”.
-¿Qué clase de música vas a hacer en la Switch?
-Vamos a ir del alegretto-con-corbata hacia el arranque de pantalones por desgaste. Empezaré con grabaciones, un poquito de distorsión y de ahí nos vamos a cómo se sienten esas moscas verdes cuando se viene un asado de descuidados. Al ataque.
-¿Hay espacios para difundir propuestas como la tuya?
-Muchísimos y a muchísimos me invitan. Es más, me hacen volar distancias enormes. Con las cumbias lunaticas, sumando los vuelos de mis músicos, hicimos ya una distancia a la luna, 385 mil kilómetros. España, México, Colombia, Japón, Alemania... Sinceramente, es precioso que haciendo cosas tan explícitas se pueda llegar lejos, gracias a las grandes telecomunicaciones: el download pirata internacional y los sitios web desde donde se puede transmitir lo que tenés para decir.
-¿Qué recordás de tu última presentación en Córdoba?
-Cada show en Córdoba es un buen recuerdo, sea en el Babylon o como aquella última vez en el Cabildo para el NIUFEST. Me encantó esa vez, la juventud del público y el logro del festival, de haber creado algo que paseó por la historia... todos esos corredores llenos de expectativas frescas... y propuestas musicales bastante inusuales. El acento cordobés me hace sentir a gusto, y en la calle una banda tocando mi canción Mecha Flan o la Flaca de las Coloradas suma a eso. Y también está la casa donde siempre me quedo, que es un iglo de amigos musicales donde se comparten choclo, mate y cables.
-Alguna vez pensaste en grabar un show en el Círculo Polar Ártico, el lugar “menos tropical del mundo”. ¿Pudiste hacerlo?
-Grabé cosas toda una noche, hicimos cumbias o lo que quedó de eso. Era a 17 grados bajo cero, comiendo pescado crudo, bebiendo vodka y tocando con músicos que acababan de llegar de tocar en la más grande base nuclear militar del mundo, Nova Zembla. Algunas de esas grabaciones están en mi último disco y otras esperan a que llegue el contexto apropiado. No tiene prisa... los submarinos tampoco.
Una entrevista surreal con Dick el Demasiado a raíz de su visita a Córdoba. Increíblemente, salió publicada en la FdS.
domingo, 8 de noviembre de 2009
Ella usó mi cabeza como un revolver
Muchos de los hombres de este mundo vamos a deberle algo a Marc Webb, director de 500 days of Summer, una vez que la película se termina y comienzan los créditos. Su favor a la raza masculina, nuestra deuda, es haber conseguido plasmar en el formato de comedia romántica, en una hora y media de hermosa filmación, una historia de amor honesta y agridulce como la vida misma, acerca de un chico que se asume sensible y una chica que se presume independiente. ¿Quién de nosotros –entendiendo el nosotros como una clase de hombre entre divertido y taciturno, que no reniega de su condición de loser– ha perdido la cabeza por una chica así? Una chica que comparte nuestras ideas más extravagantes y estúpidas, que se sabe las letras de nuestras canciones favoritas, que prefiere un lomito completo antes que un plato gourmet de setenta pesos… esa clase de chica. Quiero creer que somos –fuimos– muchos.
De un lado tenemos a Tom Hansen (Joseph Gordon-Levitt), que trabaja en una agencia de tarjetas de salutación del estilo Junot, donde redacta frases breves y obvias sobre cumpleaños, aniversarios o San Valentín. Estudió arquitectura, pero necesita bancarse el alquiler. Tom, fan del britpop, cree en eso de encontrar a la persona indicada, en el amor con forma de destino, aunque la frase suene tan trillada como las que escribe para parar la olla. Después está la bellísima Summer Finn (Zooey Deschanel), que llega a la ciudad de Tom (El ei, baby) para trabajar en la misma empresa. Al instante de conocerla, él capta que Summer tiene su costado copado, pese a que ella no cree mucho en eso del compromiso y –ay, de nuevo esa palabrita– el amor. Aun así, nuestro hombre sensible va a tratar de conquistarla. ¿Historia conocida? Claro que sí, tanto en el cine como en la realidad, pero abordada de una forma tan original y a la vez tan digna que no sentirse identificado equivaldría a sospechar que uno vivió toda su vida en un tupper o directamente es un robot.
Tom y Summer pegan onda, empiezan a salir y a partir de allí oscilan entre el “vamos despacio” –ella– y la entrega total –ya sabemos quién–. Y es sabido que un corazón pleno de felicidad, al igual que uno destrozado, afecta todas las aristas de nuestra vida. Eso es lo que le pasa a tipos como Tom: cuando está con Summer se le ocurren cosas increíbles, tiene un desempeño bárbaro en el laburo y contagia de alegría a la gente que tiene cerca. Pero cuando hay discusiones y alejamientos, bueno, sucede lo que sabemos todos: bajones, desmotivación absoluta y borracheras con bourbon. Así se va tejiendo la trama del filme, entre la expectativa y la desesperanza.
Con un cancionero que incluye a The Smiths y a los Pixies, primeros planos de los ojazos de Deschanel y esas secuencias de Los Angeles que nos persuaden de que es una de las mejores ciudades del mundo, 500 days of Summer es un inmejorable debut para Webb detrás de cámara. De nuevo: gracias, Marc. Gracias por hacernos ver que no estamos solos. Te debemos una.